Celebrando los 30 años de Solos en América, disco bisagra en su carrera, Miguel Mateos regresa a San Juan el jueves 19 de octubre con un concierto que será el inicio de la gira nacional que culminará en Obras el 18 de noviembre. Fue uno de los discos más vendidos de la historia del rock nacional y para festejar, además de cantarlo en vivo, Mateos presenta el relanzamiento del álbum, que remasterizó en Los Ángeles y que estará disponible también en vinilo, en formato doble como salió el original en 1986.


"El disco suena esplendoroso", dice Mateos a DIARIO DE CUYO sobre su producción, de donde salieron hits como Es tan fácil romper un corazón, Cuando seas grande o Llámame si me necesitas. El álbum no estaba a la venta desde 1994 con el cierre del sello Music Hall, pero por la intervención del Inamu (Instituto Nacional de la Música) muchos músicos argentinos, entre ellos Mateos, recuperaron los derechos sobre varios de sus discos fundacionales.

El dato: Miguel Mateos. Solos en América. Jueves 19 a las 22 en Hugo Espectáculos. Entradas $400 y $600 VIP en Data, Drugstore 1345 y Farmacia Echegaray.

Este aniversario discográfico lo llevó a reencontrarse con esos hits con los que convivirá el resto del año y el año que viene en gira por Latinoamérica pero también lo encuentra mirando hacia adelante: continuando con Electropop (2016), un "proyecto de tres patas, pop, folk y rock" y componiendo una comedia musical.


Aunque reconoce que a veces se pone "melanco", Mateos rememora cómo fue aquel momento en que surgió Solos en América y cómo influyó en el rock en español.


-¿Qué significa Solos en América para vos?


-Es la gran bandera, la apertura. Yo venía de un mega suceso como fue Rockas vivas y era ponernos a pensar "¿y ahora qué hacemos?". Me parecía importante dar un salto de sonido, de contenidos, de producción, un salto técnico a todo nivel y salir con otra cosa. Era gran un desafío. En vez de repetir la fórmula de Rockas vivas, fue tirarse a la pileta; me atreví a incursionar. Yo tenía una idea y nos fuimos a grabar esos cinco argentinitos a Los Ángeles. Era la primera vez que músicos de Argentina iban allá a grabar.


Jamás hubiera pensado que desde mi barrio, en Villa Pueyrredón, podría llegar al Palace de Hollywood o al Auditorio nacional de México, a los teatros de Los Ángeles o de Nueva York.

-¿Cómo fue recibido el disco?


-En Argentina fue dispar. Obviamente yo salía de otro disco y otro sonido. Acá muchas veces no sabemos apreciar los cambios antes de que lleguen. Pero el disco se transforma con esa idea que teníamos de ir más global, de decir vamos a ir hacia al exterior.


Se partieron un poco las aguas. Yo estaba seguro de lo que hacía, de hecho Solos en América es uno de los discos más vendidos de la música latina. Era mi propio país, viste cómo pasa acá; dijeron "cambió Mateos, hizo otra cosa...".

-¿Cuándo vino el reconocimiento?


-¿Sabés cuál es el reconocimiento? Es el del público; ese fue instantáneo. El público lo adoptó apenas empezaron a sonar los cortes en la radio. Y también lo adoptó el exterior en México, Colombia, Chile... comenzó a exportarse la música de cierta manera a partir de esa explosión. Eso generó una movida que fue Rock en tu idioma que fue continental e importante, que no sólo fue una autopista para mí sino también para abrir un camino que otros artistas, que hoy seguimos.

-¿Cuál es la clave de la permanencia de esas canciones?


-Yo creo que son buenas canciones. Prescindiendo de la temática. Ahora que preparo el recital, hay una versión que se llama Dejen las armas y veo que el premio Nobel de la Paz se la dan a una entidad que vuelve a abogar, después de muchos años, por las desnuclearización del mundo. Parece mentira pero sigue teniendo vigencia en sus letras. Canto canciones que hace tiempo que no cantaba y me gustan las letras. Digo, "¿lo escribí yo a eso?". Hay un montón de metáforas...

-¿Cómo era ese Miguel Mateos comparado con el que es ahora?


-¡Mucho más joven! (risas). Con todo lo que tiene la juventud, con el vértigo de lo que significaban los 80. La gira de Solos... fueron 300 conciertos, estuve 6 meses fuera de mi casa. Estaba convencidísimo de haber acertado, contento de haber acertado. Y montado dentro de un proyecto que derivó en esa gran autopista, el gran intercambio que se empieza a generar entre artistas mexicanos, chilenos, colombianos y obviamente argentinos. En aquel momento era vértigo. Hace mucho tiempo que no me daba cuenta... íbamos para adelante y chau.

-¿Qué canción te gusta más?


-Hay tres temas que forman parte de mi repertorio. Cuando sea grande, Llámame, Mi sombra en la pared... Ah, y Es tan fácil romper un corazón. El resto estaba un poco olvidada... pero hay canciones que quiero mucho. Una de ellas es Libre de vivir, es una de mis canciones favoritas de ese disco. Será porque es medio melanco y estoy en una edad más melancólica últimamente.


-¿Qué recordás de los 80, la era dorada del rock?


-Estaba dentro de un torbellino tan alevoso que lo veía como eso. Un gran vértigo. Una especie de montaña rusa que no sabíamos dónde íbamos a terminar. Era un momento especial para la música argentina, que inicia un período de exportación. Se viven momentos interesantes, muy ricos.


-Ser teloneros de Queen, ¿sirvió?


-No. No, no nos dieron ni pelota. Habíamos ganado un concurso de principiantes, hicimos un demo y salimos favorecidos nosotros para telonear. Pero la gente ni tenía previsto que iba a haber un grupo. No existía eso en el 81. Sí fue un convencimiento personal. Cuando salí en Vélez y me presentó Badía: "Acá está Zas..." y había 150 mil personas, fueron tres días. Fue el primer encuentro con el público masivo. Me sirvió para convencerme de que quería seguir haciendo eso, que quería seguir saliendo al escenario, que quería grabar un disco. Así empezó todo.