Segundas partes fueron buenas, dirá el corolario de la visita de Paul McCartney a la Argentina, donde anoche concluyó -ante otra multitud fascinada- su segunda presentación en el país, nuevamente en ese River que lo recibió la primera vez hace 17 años. Cuatro generaciones (dato notable) se dejaron llevar por el alto vuelo musical y el fluido carisma de Macca, que como buen inglés -tras el aguante del ex piojoso Andrés Ciro- a las 21 puntual echó a rodar su espectáculo de casi tres horas.

Como era de esperar, bastó que las luces se apagaran para que en la cancha se desahogara tanta emoción contenida. Esa misma que en apenas un día de octubre agotó todas las entradas (de entre 50 y 1.600 dólares) para la estación albiceleste del esperado Up and Coming Tour.

Ataviado con traje negro con vivos rojos, y con su clásico bajo Hofner en mano, apareció McCartney y el Monumental se vino abajo. De aspecto bonachón, con la misma sonrisa sesentona, el increíble Paul arremetió con la trilogía "The Wings": Venus and Mars, Rock show y Jet. Sería apenas el inicio de una larga y gloriosa velada, donde hubo nostalgias, alegrías, emociones, invitados famosos, juego y hasta charla, porque don Paul -por si le faltaba algo- también se despachó en español en el reencuentro con sus fans argentinos. Una fiesta que concluyó con The End, el final más acertado para un recital de película.