Había mucha expectativa de los argentinos en general y -en medio de un año electoral- en especial del ruedo político, que se comunicó varias veces con la producción. Y si bien el lunes pasado sólo se vio la presentación de 6 de los 19 personajes que convivirán en la casa -algunos mucho mejor logrados que otros-, el debut de Gran Cuñado por Canal 13 comenzó a develar la mirada "tinelliana" sobre el escenario político actual. Y el dato no es menor si se tiene en cuenta que ShowMatch vuelve a perfilarse como el ciclo más visto de la TV, con millones de personas devorándolo noche tras noche y siguiendo cada cosa que dice y hace el conductor más popular de la televisión argentina. Un espacio de poder que muchos quisieran tener -incluso varios de los mismos candidatos a los que se parodia- y cuya influencia hasta fue catalogada de desestabilizadora durante el gobierno de Fernando de la Rúa.

Con ese telón de fondo y 28 puntos de rating según Ibope, Marcelo comenzó a anunciar la troupe de políticos, que abrió con uno de los que generaba más intriga y que resultó el mejor de esta primera tanda: Néstor Kirchner (Freddy Villarreal). Con el pecho surcado por una banda presidencial, que luego aclararía era la bandera de Racing (detalle nada inocente), el ex presidente y candidato a diputado nacional no sólo disparó el rating -un pico de 35.8 que ninguno pudo remontar- sino también una cuota de sorpresa respecto de la postura de Marcelo, para muchos curiosamente benevolente luego de los enfrentamientos de público conocimiento.

"¡Qué te pasa Clarín! ¿Estás nervioso? ¿Creías que no íbamos a estar?", disparó canchero Néstor, ante la carcajada de Marce, a quien hace un tiempo había tildado de "ariete de Clarín"; en referencia al diario del mismo multimedios con el que el conductor tampoco ha mantenido una relación fluida. En ese tren, el personaje se definió "jodón", se mostró popular saludando a medio mundo en el piso y se proclamó "exclusivo de Telefé" (le dio una entrevista días atrás); mientras Marcelo se limitó a reirse de las ocurrencias.

Tras el paso de Macri, muy bien caracterizado aunque trilladamente "cool" y glamoroso (encarnado por Martín Bossi, quien también hará a Cristina Fernández), llegó el turno de la verdadera contrafigura de la noche: Julio Cobos (José María Listorti), que mostró una apariencia física a la que le faltan algunos ajustes; pero sobre todo una actitud indecisa, casi pusilánime, más que llamativa. "Mis amigos de la política me dicen Cleto, o sea, casi nadie me dice Cleto", se presentó. Su famoso "no positivo" fue la muletilla que se multiplicó en frases como "gracias por no desinvitarme" o "estoy no triste". El remate fue su ingreso a la casa, adonde antes habían entrado Kirchner y Macri, que se habían hecho humo. "Otra vez me dejaron solo", se lamentó el mendocino.

También rindió el contrapunto entre el ruralista Alfredo De Angeli (muy bien armado por Campi) y el glamoroso Francisco de Narvaez (Roberto Peña) -en una línea similar a la de Macri-, en términos generales otros dos buenos personajes de esta primera horneada, que cerró en baja sobre la medianoche, con una desaprovechada Lilita Carrió (Mauricio Jortak). Con su misticismo marcado a fuego, la dirigente opositora bajó el telón con 23.9 puntos de rating; 12 menos que los que deparó Kirchner.

"Nuestros queridísimos políticos, adorados por la gente. Hasta ahora ellos decidían tu futuro. Ahora vos decidís el de ellos", arengaba Tinelli desde el comienzo. ¿Será tan así?