Me gusta ese personaje porque es un símbolo de la austeridad, un símbolo del valor y de los principios.
Si fuera Gandhi por un día, me gustaría tener el valor de pararme frente al mundo, que camina sobre la banalidad, la avaricia, el egoísmo y la mentira, y decir ¡Paremos un poco!. Vivimos en un mundo que pasa inmutable ante el hambre, la miseria y la muerte, donde en el que tener cosas, títulos, dinero, resulta lo importante. Vivimos presos de un sistema macabro y perverso, basado en la opresión y el sometimiento. ¿Es este el mundo que queremos? Me gustaría recordarle al mundo que se olvidó de algo muy importante: el amor. El amor es lo único que hace felices a las personas, respetándonos a nosotros mismos y a los demás, porque aunque a muchos les cueste aceptarlo, todos somos iguales y valemos lo mismo. Muchas veces la cotidianeidad nos hace olvidar lo esencial, obsesionados con nuestras obligaciones morales y sociales, algunos atados a necesidades económicas y otros a intereses mezquinos, descuidamos nuestros hijos, padres, hermanos y abuelos, y recién caemos en la cuenta del descuido cuando lo hemos perdido todo.
Gandhi tuvo grandes ideas y mayores logros, y viviendo en la austeridad logró el reconocimiento de toda la humanidad. Yo aprovecho esta oportunidad, para decir que alguna cosa mía que creo importante, que es recordar lo importante y lo maravilloso que es vivir.
A fin de cuentas, me gustaría ser Gandhi para poder seguir cantando Imagine (John Lennon), para seguir soñando con un mundo en paz, donde lo más importante sea el amor. Me gustaría ese mundo para mis hijas, porque una vida sin amor, es una vida vacía.

