Con el correr de de las montas de Agustín Romero, las manos se iban acercando al cielo cada vez más. El viernes pasado, ya casi que se podía tocar y culminada la del sábado, sin esperar la última del domingo, el gauchaje local estalló de alegría: San Juan tenía al nuevo Campeón de Gurupa Sureña, consagrado el domingo por la noche en el Festival de Doma y Folclore de Jesús María. Y con esos honores y la misma emoción recibieron al jinete y a toda la delegación, en una ruidosa caravana organizada por la Federación Gaucha y el Gobierno provincial. Más de dos horas e incluso bajo la lluvia hicieron el aguante en el Monumento al Gaucho, adonde Romero llegó en autobomba tras agradecer en la Difunta Correa y pasar por Caucete, donde también los aguardaban para saludarlo. Él, protagonista, flanqueado por sus compañeros que celebraban su triunfo, sonreía en lo alto. Ahí estaba Carlos de Jesús Agustín Romero Montivero, "El cebolla’ para los amigos, saltando, agitando trapos y descorchando un champagne, para luego -a pedido de los muchachos- bajarse y unirse a ellos en un numeroso y poderoso pogo que se fue trasladando como un huracán, hasta que se subió a una camioneta con rumbo a la sede de la Federación, donde continuaría la celebración.

Estaba feliz, y no era para menos. El muchacho de 21 años que se gana la vida como ayudante de albañil y que vive en Rivadavia con su pareja Florencia Hernández y su hijito Fausto (2), acaba de alcanzar el sueño que comenzó a tejer a los 7, cuando por primera vez hizo una monta, en el potrero de Don Segundo Flores, en Médano de Oro, de la mano de Gastón Arana. Sueño que se hizo más fuerte con sus primeras jineteadas en el predio de Troperos, con la tropilla de José Marti, siendo todavía un niño. "+Esto es lo que quiero hacer, es lo que amo+, es lo que yo sentí ahí’, recuerda el muchacho que desde pequeño acompañaba a su papá a ver las jineteadas. Por eso, haber conseguido representar a la provincia por primera vez en ese festival internacional que fue a mirar tantas veces, donde anhelaba estar, ya era la gloria. Qué decir de este triunfo que sí fue a buscar, como todo competidor, aunque no lo cegaba, porque si algo tenía claro Agustín era que quería disfrutar cada monta en el campo de doma más importante del país. Y pudo hacerlo. Pero también empezó a sumar y en un momento su nombre se clavó en el primer lugar de las planillas generales de su categoría y ni el reservado más bravo pudo bajarlo de ahí. Entonces se lo vio hincar las rodillas en la tierra y levantar la mirada al cielo para darle gracias a Dios, su "sostén’, su "fortaleza’, tal como repitió más de una vez con profunda fe a lo largo de la charla con DIARIO DE CUYO.

Agustín terminó con 69,95 puntos, sobre el jinete de Capital, con 55.65.

"Estoy muy contento y muy agradecido a Dios, le pedí mucho a Él que me ayudara, que estuviéramos todos bien, que todos volviéramos sanos’ es lo primero que atinó a decir sobre este título que se trajo en buena ley, nada menos que en su debut en el Festival, adonde su familia estuvo alentándolo. "Todas las noches las disfruté, cada vez que largaba era una contentura, algo en el alma que no sé… Cuando iba jineteando estaba feliz!’, agregó el muchacho, sencillo y amable, que en esos momentos tampoco reparó en la cantidad de gente que estaba mirándolo, en directo y por la TV pública.

Apenas anunciaron que venía, la gente se acomodó a la vera de la ruta para vivarlo.

"De muy chico mi hermano me colgó un tacho de lata en la casa de mis viejos, en Chimbas, para entrenar ahí, similar a un caballo. Ahí yo imaginaba, soñaba que estaba en Jesús María. Y ahora, cada vez que salía del palo, sentía como cuando tenía 8 o 9 años y estaba en el fondo de mi casa arriba del tacho’, contó conmovido. "Todavía está colgado y cuando voy a mi vieja a pasar las tardes, nos ponemos a jugar ahí con mi hijo’, agregó el as de la gurupa sureña, que sabe subirse al caballo sin sacar los pies del suelo.

"Hay que seguir dando gracias a Dios y seguir siendo la misma persona, seguir trabajando, como siempre. Si se puede voy a seguir haciendo las dos cosas, capaz que en la semana trabajar y el fin de semana montar, si se puede ¿no?’, manifestó el joven que trajo más que un campeonato de Jesús María.

Desde la tarde los amigos animaron la espera con cánticos, bombos y cornetas.

"Con los muchachos compartimos mucho, somos un equipo, nos alentamos y nos ponemos contentos de todos. Estuvieron muy bien, gracias a ellos hemos sumado puntos y el año que viene podemos volver a participar’, valoró el jinete que pudo hacer las diez montas y aunque no necesitó reemplazo, contó que José Marti (que fue como suplente) "me ayudó en el palo, es un gran compañero, un campeón de la vida’. "También me traigo las amistades de todas las personas, los jinetes de otras partes, los tropilleros, muy buenas personas todos, amistades que uno hace y las lleva siempre’, expresó reflexivo Agustín, que ahora es un referente para los chicos que empiezan a montar, aunque no se la crea ni un poquito. 

"Yo no sé si estoy apto para dar consejos -se ríe con pudor cuando se le piden unas palabras para los que vienen atrás-. Solo puedo decir que hay que soñar en grande y que hay que tener mucha fe en Dios, porque para Él nada es imposible’, concluyó. 

 

Hombre de fe, el sanjuanino agradeció a Dios de rodillas en el campo.