Detrás de unos ojitos inocentes y una sonrisa ingenua… se esconde una loba mediática, que se rasgó su traje de Caperucita Roja luego de protagonizar una noche hot con el cantante británico Robbie Williams en Buenos Aires. Ella es Amalia Granata, una durísima carrocería a la que no le gustan las "trompadas" porque se "defiende mejor" con la lengua, según dijo en una entrevista.
Afianzada más que nunca en Bailando por un sueño, gracias al voto telefónico, la infartante panelista de Un mundo perfecto (América TV) encendió la hoguera de las vanidades en el certamen de baile.
De frente march. Atendió al jurado. Y se despachó, especialmente, contra Reina Reech y Aníbal Pachano por beneficiar a sus hijas (Sofia Pachano y Juana Reppeto) dentro del concurso.
Obvio que tampoco se salvaron sus compañeras de pista: lanzó palos contra supuestas preferencias hacia Coki Ramírez -en reemplazo de Sabrina Rojas hasta la semana pasada-; y nockeó a Andrea Ghidone, quien la acusó de "destrozarle" la vida a su marido, el futbolista Cristian "El Ogro" Fabbiani.
Pero fuera de la pista, también se enrolla. Se reveló mal contra Petti, levantó polvo contra Rocío Marengo -con quien no se lleva y podría compartir las tablas en la obra de Flor de la V- y, ahora, mandó a lavar los platos a la ex de su ex, enojada con una supuesta Vicky Vanucci que se burló de su ortografía en Twitter al equivocar las "elles" con las "yes".
En uno de sus mensajes, este misterioso alguien -que no salió de una canción de Miranda, precisamente- le escribió: "Es yendo querida! yendo del verbo ir, te perdono por que sos rubia jajaja".
Luego de poner a prueba su paciencia, la picuda modelo descargó artillería pesada vía twitt: "¡Ay! Vicky Gatucci me enseña ortografía…", le lanzó a la reciente ex Ogra y actual Garfunkel que asegura que no posee una cuenta en Twitter.
A sus 29 confesos añitos, esta bomba sexy, madre -de Uma, la hija que tuvo con Fabbiani en su corto matrimonio- y argentina, esta rosarina supo aprovechar el empujón de Gran Hermano Famosos y su situación marital para dar batalla. Porque ni el mundo es perfecto ni bailar es un sueño.

