Siguiendo la huella de la amistad y de la tradición folclórica que caminaron sus abuelos, los Cantos ya van por la cuarta generación de artistas; y los Villavicencio pintan para una tercera. Ahí, en el medio y asegurando la continuidad están Ernesto (41) y Abelino (44), quienes luego de compartir innumerables peñas y guitarreadas en familia desde que eran chiquilines; y de actuar después con distintos grupos, decidieron honrar la memoria de sus antecesores -especialmente la de sus padres, ya fallecidos, cuyos nombres llevan con orgullo- uniendo sus talentos en una nueva dupla. Los Compadres se bautizaron de manera nada azarosa estos cultores del folclore cuyano, que después de tantear con éxito el terreno en una serie de show previos, especialmente fuera de la provincia, el domingo próximo se presentarán en sociedad, en una gran peña con invitados (ver aparte).
Compadres en la vida real (Abelino es padrino de Anita, la mayor de Tito), la amistad acusa décadas. Don Héctor Ramón Cantos era vecino en la Villa del Carril de Don Gabino Ernesto Villavicencio; y trabajaban juntos como choferes y mecánicos en la vieja bodega El Globo. Allí se forjó una relación que continuó luego con sus hijos, los recordados Ernesto "El Negro’ Villavicencio y Gumercindo Abelino Cantos -ambos nacidos en la década del "40-; y que también se prolongó en sus nietos, hoy Los compadres.
"Somos amigos de toda la vida. Lo que pasa es que el Tito se fue a Buenos Aires con la familia y ahí dejamos de vernos’, cuenta Abelino, quien hasta no hace mucho compartió trío con sus hermanos Abraham y Pancho -Los Hermanos Cantos-; que se disolvió por razones laborales que hacían difícil continuar con el conjunto. "Después me vine. Ya más grande me fui de Buenos Aires a San Luis sin el papi y en una parrilla tradicional del Santo de la Quebrada me lo encontré a Abelino’, agrega Ernesto, que durante mucho tiempo formó parte de Los cantores de la cañadita.
Producido el encuentro, afianzada la amistad, afinadas las guitarras y sin otros compromisos musicales, el año pasado decidieron probar suerte juntos; con un proyecto sólido al que están decididos a ponerle todo, para consolidarlo dentro y fuera de la provincia, entusiasmados con las buenas repercusiones que ya cosecharon en Mendoza y San Luis.
"Cuando nos quedamos solos, cuando se cae un conjunto, una historia de tantos años, es triste. Más porque de algún modo yo tomé la posta de mi abuelo y porque con la guitarra he abierto puertas que ninguna llave puede abrir. Me dolió mucho dejar y que se caiga todo, por eso también he decidido continuar. Y tal vez porque los dos venimos de familias musicales es que sentimos esto, y le ponemos alma y corazón’, comentó Abelino.
Como no podía ser de otro modo, el repertorio de la dupla es esencialmente cuyano, con muchos temas del "Negro’, otros de Abelino, composiciones propias y algunas joyitas que salen como "golazo’, como un par de temas de Félix Blanco o de Roberto Cambaré. "Tratamos de decir con el canto’, subraya sobre la elección de los temas Tito, que hoy lamenta no haber podido compartir más tiempo con su padre y que se alegra al vislumbrar cierta inclinación folclórica en su hijo Ernestito, de 13.
"Ya sé que dicen que el folclore cuyano no es comercial, pero no sé si es tan así. Tal vez será que no lo saben hacer… De todos modos, es la tierra de uno. Veo pibes que se olvidaron de la acequia y el adobe; y que se han quedado patinando cuando en algún lugar les han pedido una tonada, o que no saben quién es el Negro o Saúl Quiroga’, se explaya Cantos, que disfruta ver la proyección en sus hijos Hugo, Ernesto y Emiliano, Los cuyumches (Los cuyanos).
¿Si el apellido empuja o pesa? "Hay de todo’, responden con miradas cómplices. "Siempre te encontrás con alguno que compara. Cuando cantás gratis, están todos chochos; pero cuando vas a cobrar, ahí te dicen ¡no… nada que ver con tu viejo’, se ríe Ernesto, quien valora el afecto y reconocimiento que tanto él como Abelino lograron ganarse a lo largo de este tiempo, y que enriqueció ese legado familiar que cuidan como un tesoro.