Cincuenta y cinco años están por cumplirse de aquel octubre de 1958, cuando Los Caballeros de la Guitarra tuvieron su bautismo de fuego con los sentidos rasguidos del recordado Ernesto "El Negro’ Villavicencio y Enrique "Cabezón’ Román Barrera. Y a casi 55 años de su nacimiento, el recordado conjunto tendrá su tributo con Los Compadres, herederos de ese invaluable legado de raíz cuyana: Ernestito, hijo de "El Negro Villa’, y Abelino Cantos, ex Caballeros…, rendirán honores a sus antecesores el próximo domingo (ver aparte).

Soñadores y bohemios, amigos de peñas y extensas noches de ronda; el entrañable Villavicencio y Barrera decidieron convertirse en Caballeros…, junto al también fallecido Pedro Gómez en el bajo y más tarde Pocho Peralta en su reemplazo. El temple de sus cuerdas los mantuvo juntos hasta que el destino los separó, cuando "El Negro’ quedó en Buenos Aires y el segundo se volvió a San Juan.

Desde entonces y hasta hoy, don Enrique (68) sigue pulsando sus cuerdas, acompañado por Patricio Alvarez hace 25 años y por Angel Dávila, desde 2011 (en reemplazo de Cantos). Es más, continúa participando de las delegaciones que recrean La Noche de San Juan en Cosquín.

"La música es mi pasión, es mi vida tocar. Con "El Negro’ fundamos Los Caballeros de la guitarra porque siempre tuvimos una amistad muy linda y nos unía el amor al instrumento. Fuimos el uno para el otro a nivel artístico’, recuerda Barrera, rememorando aquellos viejos tiempos y los años de gloria en Buenos Aires, cuando tocaban casi todo el día en antiguos escenarios como Patio Tango y El Rincón de los Artistas.

"Cuando murió El Negro lo sentí tanto… Lo extraño mucho todavía, éramos como hermanos’, reflexiona el artista recordando a su compañero de milongas y cuyanías, el gran Villavicencio; autor que nutrió el cancionero con temas como Mi amor en una tonada, Mi sonora compañera y San Juan por mi sangre, entre otros, quien falleció en 1995.

En la historia…

Aunque ya habían comenzado a andar 10 años antes, fue en 1968 cuando los cantautores recibieron la consagración, tras sus actuaciones en la Orquesta Estable de LV1 Radio Colón. Su salto definitivo al éxito fue la Fiesta Nacional del Tango, en La Falda (Córdoba). Allí, se presentaron sin invitación previa y se ofrecieron para acompañar a Juan Carlos "Pinocho’ Mareco. Justo en ese instante, el gran pianista y compositor Mariano Mores, los escuchó. "Al maestro les gustó lo que hicimos hasta quiso contratarnos para hacer temporada con él’, evoca Enrique esa velada que los terminó de catapultar al éxito.

En el "69, la dupla partió a Buenos Aires para actuar junto a Las Guitarras de América, de Adolfo Berón. Allí, "a El Negro se le despertó el indio, se hizo amigo de Cacho Valle y empezó a componer’, cuenta el guitarrero que escribió la Milonga del Sentimiento (instrumental) y las tonadas No hay que perder la esperanza y De qué manera.

El primer long play que grabaron llevó su nombre y en los años siguientes pasaron a ser artistas del sello Diapasón con el que sacaron su segundo material, Para todos y para siempre; y en el "78 obtuvieron la Mención Especial de Cosquín, entre otras actividades.

Luego de frustrarse su gira a Estados Unidos, en el "82, Barrera le anunció a su amigo la noticia de que pegaba la vuelta a sus pagos. Ernesto tomó la guitarra y entonó "Cuando el corazón se quiere quedar’, inolvidable tonada que compuso con Oscar Valles y que fue una de las tantas creaciones con las que trascendió las fronteras de la eternidad, con su letra cargada de añoranza y olorcito a terruño.

A partir de allí, "yo me quedé con la agrupación porque Villa tenía su camino con Las Guitarras Argentinas’, cuenta en primera persona don Barrera, quien en la provincia reclutó a Patricio Alvarez para seguir "caballereando’, con la incorporación de Abelino durante una década (con quien grabaron una tercera producción); y Dávila después. Con aires renovados, la formación sigue al son de sus "vigüelas’ haciendo culto de su nombre, como todo caballero.