Desde el ingreso, Richard, el payaso que hace dupla con el genial Marcos "Bicho" Gómez, rompe el hielo moviéndose entre la platea con su patineta y ocasionando desmanes, dejando caer una lluvia de palomitas de maíz o haciendo competencia con los espectadores a ver quién consigue tirar al aire un pochoclo y comérselo. Así, pequeños y adultos no se privan de 2 horas de entretenimiento, en el estacionamiento de Walmart donde hoy vuelve a iluminarse el Cirque XXI, que inauguró el viernes pasado (las funciones son viernes 21.30, sábados 19 y 21.30 y domingos a las 17, 19 y 21.30. Entradas: desde $200).

Con golpes, caídas y tropiezos, tomando como objeto una escalera, el "Bicho", Richard y otros dos clown provocan carcajadas masivas. De tal manera que, en la apertura, como una nenita no paraba de reír, el cómico se le acercó y le preguntó: "¿Estás bien?", con ese carisma con el que armó una guerra de "holas" en la que ganaron las nenas, a lo que él apuntó: "¡Ya tienen el agudo desde chiquitas!"; hizo un loco monólogo sobre niños "protestones" y "caprichosos" imitando a las madres diciéndole a los padres que pongan orden inútilmente, entre los pataleos y los llantos de sus hijos. 

Pero, sin duda, la clave está en la complicidad con el público. Un ejemplo fue el sketch en el que participó un espectador llamado José, que tuvo que bailar y ver cómo las clavas pasaban sobre él. Sin contar cuando Richard, como mozo, arroja agua por la boca o provoca una graciosa batalla de fideos que van y vienen de la platea al escenario.

También las acrobacias aéreas, en telas, en el aro o en cuerdas con y sin red, el equilibrio en la cama elástica y en monociclo de distintas formas; ponen la cuota de peligro para mantener atentos y con los ojitos largos a los bajitos. Tampoco falta la magia y los malabares, en un espectáculo afirmado, sobre todo, en el humor.