No estuvo en la foto grupal porque ingresó al certamen un poco después (cuando se bajó una de las postulantes). Sin embargo, todos los flashes serían para ella. El domingo pasado, Jimena Fernández se consagró Paisana de la Tradición, en la plaza principal de Jáchal. Debutó en la velada del Chaqueño Palavecino y este fin de semana preside las últimas noches de fiesta, en el Anfiteatro Buenaventura Luna que volverá a pisar el año próximo, para entregar los atributos que ostenta con orgullo.

"La Fiesta de la Tradición siempre ha sido importantísima para mí. Tengo 20 años y no me he perdido ninguna" cuenta a DIARIO DE CUYO la bella rubia (sin novio aún), que si bien jamás soñó con ser Paisana, sí las admiraba cuando las veía.

"Nunca dije quiero estar ahí, pero decía "ay, qué hermosa es". Las veía como reinas del mundo. Además, como aquí nos conocemos todos, me sentía feliz de ser amiga de ellas", dice la menor de los tres Fernández Videla, cuya hermana fue Reina de Carnaval y que recibió todo el apoyo de su familia. De hecho, fue su papá (propietario de una ferretería) quien la inscribió, a pedido del Club Sportivo Racing. Y Jimena se enteró minutos después, por un llamado de su mamá (que trabaja en Hidráulica), cuando ya la daban como candidata.

Hace tres años se vino a la Capital para estudiar Traductorado de Inglés y Alemán. Y en la casa de Concepción alterna los idiomas con el folclore, sobre todo la música (toca guitarra y bombo) y baile, pasiones con raíz. Su abuelo, Ubiler Fernández ("el Carnavalito", fallecido en julio pasado) fue el fundador de la primera academia de folclore de Jáchal (La Ñusta) y supo sembrar en ella este amor por lo suyo. "Sé que le hubiera gustado muchísimo ver esto", se emociona Jimena, que le dedicó el Paisanado y que confiesa que estuvo llorando pensando en eso. "Pero lo sentí en todo momento", se repone la jachallera linda (como canta la cueca de Luis Reinoso), para contar que guarda varios tesoros que le pertenecieron.

"Me dejó un montón de cosas de su academia, porque sabía que me encantan. Y me las dejó en vida, que está buenísimo. Me llevó y me dio ropas, libros, el primer bombo que tuvo, que tiene como 70 años. Fue muy lindo realmente", recuerda la muchacha que, confiesa, aún no se acostumbra a la ciudad.

"Extraño una barbaridad. Me costó un montón despegarme. Extraño mi casa. Y extraño la seguridad. Me acuerdo que apenas me mudé, salí a comprar al barrio y estaban las señoras limpiando. Yo saludaba a todos y me miraban como diciendo qué me querés robar (risas). Allá todos nos conocemos y si bien el chusmerío está en todos lados, cuando tenés un problema, se solidariza todo el pueblo, sea lo que sea", comenta la Paisana, que asegura que los jachalleros nacen con ese férreo amor por su pago.

"Uno lo nota, por ejemplo, en un boliche. Si viene alguien y se desubica, salta seguro alguien de Jáchal, que tal vez no es tu amigo, pero te defiende con garra y uña. Eso no lo he visto en otro lado", comenta Jimena, a quien también le interesa la política ("me inclino más por el peronismo, aunque no estoy de acuerdo con algunas de las políticas de ahora y no me gusta atarme a ningún ismo", se explaya) y especialmente la acción social. De hecho, siente que su título puede ayudarla a desarrollar esa vocación.

"Soy muy sensible. Muchas veces llego a mi casa angustiada por lo que veo en la calle, sobre todo con los niños, y quiero ayudar. Y cuando puedo colaborar en algo, aunque sea poquísimo, me siento mejor", explica Jimena, decidida a que su flamante Paisanado tenga color solidario.