Ahí cerca, en un rincón de San Juan, Andy Warhol y Vincent Van Gogh espían a los transeúntes que -sorprendidos por semejantes personajes- tampoco pueden sacar las vista de sus grandes rostros. O tal vez no están mirando a nadie en particular, sino sumergidos en vaya a saber qué diálogo, pero de todos modos es imposible no reparar en ellos cuando se transita por Av. Libertador pasando Meglioli, en dirección al Marcial Quiroga. Ahí, un nuevo mural que acaba de ver la luz rompe con la monotonía citadina y se impone entre los rugidos de la calle. Pinceles en mano, con pintura todavía fresca, están José Andrés Bellere (33) y Matías Ruarte (27), artistas visuales sanjuaninos con holgadas experiencias individuales, y que en apenas unos días finalmente concretaron sus viejas ganas de ‘hacer algo juntos’, aprovechando que Bellere -que trabaja como docente en el sur- vino de vacaciones.

‘Hace años que nos conocemos, ambos somos pintores figurativos y decidimos hacer algo que queríamos hace tiempo. Ambos tenemos experiencia en realizar murales, pero este es el primero que hacemos en conjunto’, se presenta Ruarte en charla con DIARIO DE CUYO.

Una pared sucia y graffiteada de 5,49 x 2,45 metros fue el ‘lienzo en blanco’ sobre el que dieron rienda suelta a su creatividad.

‘Partimos de la necesidad de salir de los formatos tradicionales que generalmente trabajamos y emplazarlo en el espacio público, cargándolo de sentido’, explica el pintor. Y agrega: ‘Armamos un boceto para presentar una propuesta concreta. La idea era encontrar una pared de acceso comunal y que a su vez tuviese buena vista para generar el impacto deseado. Después de varios intentos fallidos dimos con el propietario del muro, el cual se vio muy interesado por la propuesta y accedió a que interviniéramos la misma’.

Acción independiente, como la definen, los jóvenes sacaron del propio bolsillo el látex de exterior y el barniz mate ‘que realza el color y unifica el recurso utilizado’, y se pusieron manos a la obra, día y noche. ‘El concepto gira en torno a ‘diálogos posibles’, no sólo entre nosotros como hacedores culturales, sino también desde la representación de Warhol y de Van Gogh. Este diálogo ensambla una metamorfosis entre una obra de Warhol hasta convertirse en la oreja de Van Gogh, y por último un dialogo entre nosotros y la gente’, precisan.

Conformes con el resultado, y con varias palmadas de felicitaciones sobre sus espaldas, dicen que tal vez vengan más. ‘Para nosotros la incorporación del arte en los espacios públicos es una forma de llevarlo a la vida cotidiana de un numeroso y variado público. El mural es aquella obra de arte que participa de los espacios arquitectónicos y tiene como soporte el muro al que se encuentra íntimamente unido, y su presencia otorga una dimensión estética destinada a modificar el paisaje urbano. El receptor de este arte, se encuentra con una representación visual que actúa no sólo sobre su sensibilidad, sino también sobre su relación con la problemática de la sociedad donde vive, piensa y sueña. No genera un espectador indiferente’, sustentan su arte, que más allá de todo fundamento, ya está allí para disfrutarlo.