El pequeño Ryan McKenna, quien tuvo más repercusión que el show de Timberlake.

 

El de Justin Timberlake en el entretiempo del Súper Bowl el fin de semana pasado era un show muy esperado; y no sólo porque ese es el mayor espectáculo deportivo en Estados Unidos, que el año pasado vieron 111 millones de personas por TV y donde 30 segundos de publicidad cuestan 6 millones de dólares. Es que encima, la última vez que estuvo, en 2004, fue eclipsado por la polémica que generó cuando (aún no se sabe si planeado o no) rasgó parte del atuendo de la protagonista de la velada, Janet Jackson, y dejó uno de sus senos a la vista de millones de personas. El también actor seguramente esperaba que todo brillara como oro en esta tercera aparición (la primera fue en 2001 con su grupo NSYNC), porque además acaba de sacar un disco y era la mejor vidriera que podía tener; pero… ¡otra vez sopa! Aunque su recital pueda ser calificado como un éxito, hubo un par de “detalles” que otra vez opacaron su presentación. Uno fue usar un holograma de Prince y cantar virtualmente junto a él, sin la autorización de sus familiares, que pusieron el grito en el cielo y dijeron que era voluntad de Prince que jamás se hiciera un holograma suyo; algo que traerá consecuencias más serias. Pero fue el otro, divertido, el que se convirtió en dulce para diarios, revistas y portales, y en lo más comentado de las redes sociales. Justin cayó ante la frescura de un jovencito que, en medio de la multitud intentando hacerse una selfie con él (cuando se subió a las gradas), estaba absorto con su propio celular. Fue apenas un ratito, porque luego sí logró hacer su foto con la estrella pop, pero ese segundo le valió una popularidad impensada alrededor del mundo. Y se las dejó picando a los detractores, que no esperaron para los memes. “¡Que salga Beyonce!” dice uno donde se ve a la actriz Meryl Streep gritando. “Estaríamos mejor con ya sabes quién”, rezan otros, junto a fotos de Lady Gaga, Madonna y Beyoncé.

El chico (en la foto, a la derecha de Timberlake) es Ryan McKenna, tiene 13 años y, cuando vio todo lo que generó, dijo a Twincities.com: “De un momento a otro, todos están hablando de mí. No puedo creerlo”; y agregó que “mi teléfono comenzó a estallar. Murió instantáneamente después de que sucedió (lo de Timberlake). Teníamos amigos de todas partes contactándonos. No lo podía creer”. El que no lo debe poder creer aún es Justin.

 

Los memes se burlaron de la supuesta indiferencia del niño ante la estrella.