La playa de estacionamiento del híper Libertad no sólo se convirtió en el escenario del Cirque XXI, sino también en el patio de un barrio itinerante, donde más de 40 personas vivirán hasta el 25 de abril, día de la última función del circo que hoy levanta su telón a las 21,30.

Sebastián López, literalmente el dueño del circo, abrió las puertas de su casa, -como él la llama- y mostró uno de los trailers donde viven algunos integrantes de esta comunidad integrada por artistas y técnicos de distintos puntos del país.

Aunque desde afuera de este pequeño mundo podría creerse que la vida de estos profesionales se nutre de actividades colectivas -como almuerzos sobre un largo tablón o una gran carpa repleta de bolsacamas-, ellos aseguran que llevan una vida común y corriente.

"Este es un trabajo como cualquiera. Cada familia vive en su casa, almuerza y duerme ahí. Y fuera de las funciones y ensayos, organiza sus actividades como quiera", dijo López.

Eso sí, la unidad manda en las buenas y en las malas. "Somos muy compañeros, nos ayudamos y compartimos mucho", agregó quien se pone en la piel de uno de los payasos que pone el humor en el show, que dura casi un par de horas.