En tres funciones continuadas, el Ballet de Santiago dejó una marca imborrable en la memoria de cientos de espectadores que vivieron la presentación del espectáculo ‘Zorba, el griego’ en el Teatro del Bicentenario. La aprobación fue total para este cuerpo cuya propuesta resultó interesante en una puesta que armonizó diferentes estilos de danza, desde el clásico, lo oriental, lo español y lo contemporáneo con lo ruso, en una sola marca artística ejecutada por todos los bailarines del cuerpo, incluido los solistas.

La obra, estructurada en dos actos, basada en la novela de Nikos Kazantzakis, Rodrigo Guzmán, -considerado por la crítica especializada como el mejor Zorba de todos los tiempos- fue el elegido por la propia Marcia Haydée quien lo cataloga como el ‘Anthony Quinn del ballet’ y fue el propio bailarín quien le imprimió una fuerza imparable en el escenario junto a Lucas Alarcón (en el papel de John) tuvieron una química explosiva, sobre todo en el cuadro final donde realizan la famosa danza sirtaki, donde se expone el tema principal de la obra. De este modo, la música generó un fuego alegre en todo el público. Los que estaban en los palcos superiores se levantaron de sus butacas alentados por el ritmo frenético de la melodía e inmediatamente acompañaron con las palmas. Aún, cuando parecía que los solistas se quedaban sin resto físico, antes de la despedida, todo el público los avivó pidiendo una vez más repetir el último baile. Contagiados por la alegría, los espectadores ovacionaron a todo el cuerpo artístico, incluyendo a la directora Haydée, quien salió a recibir los aplausos, ramos florales y gratificaciones espontáneas de la platea.