Ezequiel aguarda, entrada en mano, que finalmente las puertas se abran. Por sus mohines se ve que la espera no le hace gracia; sin embargo, apenas atraviesa el colorido umbral de la recepción, su carita se transforma. Tiene 6 años, pero no es el único a quien la magia del circo lo atrapa de entrada. Los grandes también miran con ojos grandes esa caja de ilusiones que está a punto caramelo. Y lo que tal vez no saben, o sí, es que del otro lado del picadero, hay un puñado de personas que sienten lo mismo que ellos. Son los artistas que cada noche alimentan la eterna magia del circo, ahora del Fantástico Circo Mundial que hace unos días se instaló en el Predio Ferial, con toda su alegría, su adrenalina y su emoción. Tradicional en cuanto a sus números -una docena, entre los que hay magos, equilibristas, acróbatas y demás- son los payasos Nikito y Piolita los que, jugando entre y con el público, dan la bienvenida mientras la gente termina de acomodarse. Con todos ya en sus lugares y a puro brillo, empieza la presentación oficial de la troupe y ahí -como cada noche a las 22.30 y los fines de semana con otra función a las 20- comienzan a transcurrir las dos horas de show que, intervalo mediante, recorre todos los rincones de esta flamante casa itinerante, que empezó a trotar mundos hace ocho años y por primera vez hace base en la provincia, donde -avisan- se quedarán por poco tiempo.

El mago Ariel.
Logra sorprender con sus trucos. Cordobés, a los 13 años se escapó de su casa varias veces para ir al circo a hacer lo que fuera y sus padres lo buscaban "de los pelos'; hasta que finalmente accedieron y se fue con una troupe. "El circo te gusta o no te gusta, y cuando te gusta, no te vas más', contó el artista que hizo todos los oficios, pero se especializó en grandes ilusiones. "Estoy feliz con esta familia que adoro', contó. 

El primer número ya deja a todos picando... el Mago y su bella mujer realizan sorprendentes cambios de vestuario, apenas un convite porque volverá en la segunda parte con esos grandes trucos que todos quieren descubrir: Una mujer dividida en dos u otra atravesada con hierros y fuego... Saltando de emoción en emoción, la adrenalina fluye de la mano de los valientes equilibristas y de los acróbatas, que con humor sortean sus complicadas piruetas. "¡Ídolo!', grita uno con ganas, y no es de la familia! Las chicas, muy bien ataviadas como sus compañeros, deslumbran con contorsiones y hazañas en las alturas, colgadas de una soga y una tela. Y de vuelta los payasos... ahora son Narices y Nikito -padre e hijo- los que divierten al público, que pasará de la risa al suspenso con el clásico Globo de la Muerte, el número final de una noche que termina con caras felices, como debe ser. Al fin y al cabo, como dijo Nikito a DIARIO DE CUYO, "siempre tiene que haber alegría en el circo'.

Narices y Nikito. Padre e hijo, son oriundos de Colombia, Nikito empezó a amar el circo viendo a su papá y también hace otros números, como pulsada y telas. "La risa de las personas, eso es lo que me gustó' contó el jovencito de 13 años, que recuerda como "tremendo, hermoso' su debut. "Tengo tres hijos y a él es al que le vi más la veta', dijo el papá orgulloso, quien asegura que la mejor escuela para aprender todo esto es el circo. 
David Da Silva, de Brasil, es equilibrista
hace 15 años.
Atrapante, en bici o zancos sobre
la cuerda floja
El globo de la muerte, uno de los grandes números del Mundial.
Colgada de una cuerda, hechiza a la platea.
Saltos, piruetas y tumbas... y no falta el humor. 
De goma, la contorsionista se gana los aplausos
Telas, uno de los números modernos.


 

Gustavo Yovanovich recuerda la tragedia del "97


"Al principio no quería volver"

Gustavo es el dueño del Circo Mundial, que inauguró hace ocho años y que por primera vez se instala en San Juan. Pero él no es nuevo en esto, de hecho es uno de los capos del rubro, al que entró en pañales. Además es el yerno de Michel Iovanovich, prestigioso y recordado empresario circense con quien trabajaba, quien en 1997 fue asesinado en la provincia por un par de delincuentes oriundos de Córdoba y de Mendoza, que atracaron su circo Australiano (aquel que vino con Kiko, de El Chavo, como gran atracción), que se había erigido en el predio ubicado detrás de la terminal de ómnibus. Fue una tragedia que conmocionó a la sociedad toda y que a ellos los marcó, tanto que el empresario no había vuelto a San Juan desde entonces. 


"Fue una cosa terrible, tremenda. Yo dije "nunca más vuelvo, no piso más San Juan"... Sí, yo lo dije, al principio no quería volver...' se sincera en charla con DIARIO DE CUYO Gustavo (en la foto con su nietita). Sin embargo el tiempo sanó algunas heridas y un día cambió de idea. "Es que la gente de San Juan no tiene la culpa, la gente acá es divina. Además teníamos muy buenos recuerdos porque antes de la fatalidad con mi suegro habíamos estado en San Juan y nunca pasó nada, todo lo contrario, a la gente le gusta el circo y concurre mucho...', reflexionó Gustavo, casado con Adriana -cuyo papá murió en sus brazos-, quien decidió seguirlo, por amor a él, a su padre y al circo. 


"Fue muy difícil recuperarnos. Estuvimos casi un año sin trabajar porque Juan Carlos -Michel- era la cabeza, un gringo que era un tipazo, pero se ve que Dios lo quería tener allá arriba. Y mi suegra, a quien aquella vez también le dispararon y estuvo internada, ya no está en el circo, está estable', se explayó el exdomador, quien vio en el juicio a los delincuentes (según contó, ambos ya están muertos, uno por enfermedad, el otro no sabe). "Tenía ganas de meterlos a la jaula de los leones, te juro', dice, reviviendo aquellos años. "Fue muy duro, pero es la misión nuestra, la de Michel, que nunca se quedaba quieto.. es lo que él y nosotros amamos', subrayó. "Sí, el show debe continuar'. asintió.