No fue en San Juan, su tierra natal, tan conocida como en Rosario, la ciudad a la que se mudó con 24 años, en 1994, con su oficio de trabajadora sexual. Es que allí Sandra Cabrera utilizó todos los medios, también los de comunicación, para reclamar derechos de sus pares y denunciar corrupción policial ligada a la prostitución. Activa dirigente a la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar), era una cara bien conocida. Y molesta para un sector. Por eso, cuando el 27 de enero de 2004 apareció asesinada, con un tiro de 9 mm en la nuca, la noticia causó conmoción. Y por eso también, cuando en agosto pasado debutó el documental que aborda su historia -"Sexo, dignidad y muerte", ganador del Concurso de Proyectos Audiovisuales de Santa Fe y con el apoyo del INCAA-, se llenaron tres funciones en el cine El Cairo de Rosario; donde desde ayer y hasta mañana volverá a proyectarse.
Detrás de las cámaras que fueron reconstruyendo a "la sanjua", está Lucrecia Mastrángelo, una videasta santafecina de curiosa mirada social. La directora no conocía a Sandra, pero atraída por su historia, fue hurgando e involucrándose cada vez más, sacudiendo tabúes propios y ajenos.
"Era una luchadora y una líder sindical y nadie había hablado más de ella desde 2004. Me parecía que había una deuda pendiente de la comunidad rosarina con ese personaje. Entonces empecé a investigar y me encontré con un pedazo de mujer, madre de tres hijos, que por un lado tenía un trabajo sexual y de día era una mujer como cualquiera de nosotras. Entonces también sentí a necesidad de desmitificar ese imaginario popular de la prostitución, que nada tiene que ver con estas mujeres que se sindicalizaron y peleaban contra la policía y los grandes poderes explotadores", cuenta a DIARIO DE CUYO Mastrángelo, a quien la sedujeron además otras aristas del caso, como la falta de resolución y la relación amorosa que Sandra mantenía con un policía, el único imputado (ver aparte). "Una contradicción muy grande, como la que puede tener cualquier ser humano", dirá la realizadora, en planes para concretar el lanzamiento comercial y la distribución del film en las salas INCAA de todo el país.
Para recreación de los pasajes, Mastrángelo se valió de actores, pero contó con el asesoramiento de las compañeras de la meretriz. También filmó en escenarios reales, como los calabozos donde eran detenidas antes que derogaran los edictos del Código de Faltas que penalizaban la prostitución callejera (una de las luchas de Sandra, ganada cuando se filmaba la película, en 2009). Y además recopiló testimonios, entre los cuales se recorta uno: el de Macarena, hija de Sandra (sus dos hijos varones, mayores, quedaron en San Juan). La niña tenía 9 años cuando quedó huérfana y, "como hubiera querido su mamá", por orden del juez vive con Claudia Lucero, su madrina y actual secretaria de Ammar.
"Fue una emoción tremenda. Me largué a llorar", responde sin dudar Mastrángelo cuando se le pregunta qué sintió cuando vio la película en la gran pantalla. Y se explaya: "Yo tenía el temor de que no estuviera a la altura de Sandra Cabrera, con lo bueno y lo malo que ella tenía, porque es un personaje polémico… ¡Pero tenía unos ovarios!. Era un gran desafío, pero bueno, humildemente creo que lo logré", se reconforta, ilusionada con que la cinta pueda recalar en esta provincia, donde nació su musa.

