Profundos, apaleados por la locura del poder y atravesados por la muerte de su hija Libertad en manos del bando enemigo; esos ojos que destilaron furia durante todo el ciclo marcaron el final para El Puntero, el miércoles por la pantalla de Canal 13. Aunque varias historias quedaron resueltas, algo faltó para que el desenlace tuviera la adrenalina emotiva de los anteriores episodios y es justamente el destino de El Gitano Perotti el que queda abierto, capricho de los guionistas o una cuestión premeditada pensando en una segunda temporada.

Impactante, la fuerza dramática de Julio Chávez como el puntero de una villa que aspira a la intendencia fue la joyita del unitario de Polka que apuntaló al protagonista con un reparto en el que se lucieron tanto Luis Luque (que se enamora de la hija de su mejor amigo y es quien le da el tiro de gracia a su propio hermano para vengar la muerte de su enamorada) y debe huir para no caer tras las rejas; Gabriela Toscano como la mujer del sindicalista que interna a Perotti en un psiquiátrico tras sus brotes de ira; y María Rosa Fugazot como una madre interesada y arrabalera que a su manera siente la muerte de su nieta.

Sin duda, la revelación del programa es Rodrigo de la Serna como Lombardo; ese joven del bajo Buenos Aires, adicto, vago, borracho, enamoradizo, arrebatado, pero sensible, que al ver a su jefe sumido en la depresión se convierte en la mano derecha de la esposa de su líder vistiendo el traje que tanto soñó (siempre con sus gafas de sol, claro), próximo a ser padre del bebé que espera Pochi (Bárbara Lombardo). Entre lo cómico y dramático, su personaje atrapó a la audiencia, bien lejos de los estereotipos.

En la escena final, el Gitano se enfrenta a sus enfermeros, a quienes interpreta el Himno Nacional con nudo en la garganta, preso de la angustia; mientras su esposa queda al frente del Municipio, esperando que alguna vez, su marido vuelva a ser el que era.