No hay magos esta vez, pero si algo sobra, es magia. Con el cielo celeste como techo, artistas circenses del país y del extranjero ensayan sus destrezas en disciplinas varias. Los cerros que hace años cobijan esta pasión contrastan con el colorido que se mueve incesante a sus pies. Y el susurro de la brisa entre los álamos otoñales, se mezcla con risas, charlas, consejos y mucha camaradería. A pocos pasos de ingresar a esta suerte de vecindad encantadora montada en el Camping Municipal de Ullum desde el jueves, un grupo de chicas vuela en las telas como mariposas. Cual enorme reflector, los rayos del sol también alumbran a los que intentan mantenerse sobre altos zancos; y más allá, a las rojas clavas que hacen una danza perfecta por el aire, mientras una muchacha prueba su equilibrio parada sobre la mano de un joven y otra cuelga en las alturas de los brazos de su compañero, haciendo piruetas. Por décimo año, el San Juglar a vuelto a cobrar vida y de su mano, la provincia sigue haciendo camino en este rubro que, edición tras edición, ha ganado en convocatoria, organización y jerarquía. 

Como un juego. Jazmín (en hombros de papá), Thiago y Felipe, como peces en el agua

El encuentro de artes circenses, que cuenta con apoyo del Gobierno de la provincia, nació de la mano del Circo del Oeste, con "Pulga" Quiroga y Juan Rubiño; y sumó luego a Allegra Espacio de vuelo. Hoy, jóvenes de Mendoza, Buenos Aires, Chubut, Santa Fe, Chile, Brasil, Uruguay y otras latitudes se prueban en actividades que han incorporado, por ejemplo, danza clásica, modern jazz, yoga y parkour. "Todo aporta al artista, en lo físico y el conocimiento", sentencia Ignacio Caro Vera, actor local que incursiona por primera vez en este mundo. Como él, otros novatos practican mezclados con nombres de trayectorias, como los talleristas encargados de develar las claves de cada cosa, cada una con su ciencia y nada simples por cierto. Más experimentados unos, neófitos otros, no hay distinciones cuando las ganas son las mismas. De todos y de todo se aprende. 


"Para eso venimos acá, para aprender y para enseñar también... si ves, todos estamos tirando algo", cuenta Franco, quien arribó por primera vez desde Trenque Lauquen, mientras entrena con Nacho, en su segunda visita desde Mendoza. Delante de ellos, otros colegas tratan de llegar ilesos a la otra punta de la cuerda floja... ¡pero tranquilos! que por ahora está a pocos centímetros del suelo. 


La carpa del circo Panchito, de la vecina provincia, le aporta ese toque característico al concurrido encuentro. Es una suerte de plaza departamental, donde se armó el varieté diario y que hoy a las 20 hs dará la función libre de despedida, para toda la comunidad. Adentro, una de las dueñas trepa a los hombros de Federico -su papá- y a la voz de aura de mamá Popi acomoda pose, resuelta. Es Jazmín, tiene solo 2 años y también hace hilacha el hula. A su lado, Thiago (7), "de Puerto Madryn y Gral. Alberdi porque ahí viven mi papá y mi mamá", explica; y el crédito local, Felipe (5), exhiben orgullosos sus malabares con pelotas. Hijos de artistas, se mueven como en casa. "Tenés que tener mucha flexibilidad para hacer esto" indica con seriedad Thiago, asomando sus dotes de capacitador.


Pero está claro que no todos trabajan bajo carpa y que tampoco es el sueño colectivo. Algunos se inclinarán por los teatros, los espectáculos callejeros y hasta los semáforos. Son ellos los que más hablan de derribar prejuicios. "Somos artistas, no somos vagos, mendigos ni delincuentes, trabajamos por una contribución voluntaria", expresa Maira, a quien le duele cuando un conductor levanta la ventanilla de su auto la vez que ella pasa a su lado. 


Cualquiera sea la elección, en lo que están de acuerdo es que el arte circense es eso, arte. Que trascendió los picaderos y las dinastías para colarse en las ciudades; y que donde sea que tome cuerpo, arrancará una sonrisa, un minuto de alegría, un momento de fascinación. (sigue en pág. 20)

Fotos Daniel Arias 

Hacer girar varios aros en simultáneo precisa una gran coordinación.
La cuerda floja, sola o combinada, significó un desafío nada sencillo.
En cada sector del predio, una disciplina congregaba a sus practicantes.
Como un juego. Jazmín (en hombros de papá), Thiago y Felipe, como peces en el agua

PROTAGONISTAS

Jorge García 
(San Juan)

Este es uno de los encuentros de circo más viejos. En esta edición hay más de 200 personas del país y América latina y todos vienen con hambre de aprender, de compartir. El objetivo del artista circense, como el de cualquiera, es poder vivir de su arte, donde sea que quiera hacerlo.

Carolina Skrie 
(Buenos Aires)

Doy el taller de danza clásica y estoy contenta de que se empiece a incorporar esta disciplina, que mejora la plasticidad y las líneas. Ser artista de circo es súper difícil y lleva mucho entrenamiento. Gracias a todos los chicos, a sus ganas de compartir sus conocimientos, el circo se ha abierto. 


Ignacio Martínez
(Chile)

Soy asistente social y hago malabares y clown... por ahí puedo juntar ambas, porque se puede trabajar con talleres de circo en la poblaciones, en la rehabilitación. Nunca había venido a San Juan, está muy bueno, la ciudad es bonita y Ullum está bien bueno. Hay buena onda, nada que decir. 


Maira
(San Juan)

El encuentro ha crecido mucho, se ve en la organización, que también viene gente de otros países... Todavía nos falta mucho para que nos acepten completamente, pero espero que todo esto sirva para que se entienda que también es arte y que es parte de la cultura de San Juan.