Al morir ayer a los 47 años, víctima de un paro cardíaco que sufrió mientras trabajaba en la editorial del Rectorado de la Universidad Nacional de San Juan, el escritor sanjuanino Adrián Campillay dejó huérfanas a sus amadas letras. Tras ser velado en la Cochería San José, como dijeron allegados, sus restos descansarán en el cementerio de Lemos y Calle 7, aunque hasta el cierre de la edición no se conocían mayores detalles.
Inmediatamente después de conocerse su repentino deceso, sus colegas, compañeros y representantes de todas las artes plasmaron sus condolencias en Facebook.
Nacido en diciembre de 1969, era el mayor de 4 hermanos y padre de 2 varones -Juan, de 16; Dante, de 19-. Desde los ’80, participó de distintos movimientos literarios incluso en Chile y por sus trabajos obtuvo primeros premios a nivel provincial y regional. Fue parte del grupo editorial cooperativo La Piedra en la Honda con el poeta y dramaturgo Pepe Campus -fallecido en septiembre de 2009-, de quien fue uno de los discípulos al que enseñó el antiguo proceso de encuadernar y editó Quiero.
Por otro lado, con su colega Alejandra Bondanza, quien lo define en sus textos como su "compañero de aventuras literarias" trabajó en la editorial independiente El Momo, fundada hace 4 años; ya que, desde que eran adolescentes, se desempeñaron en la red de blogs y revistas que dio nombre a este emprendimiento. Conocido como el "El poeta urbano" o el "Poeta Maldito", en sus escritos se encargó de desentrañar zonas oscuras de la existencia y de desenmascarar lo oculto a nivel individual y social "de manera visceral" y "con el cuerpo", como dijeron desde su entorno.