A ver… Dejando a un lado el fanatismo o no que se pueda tener por este moreno de sangre caliente, una cosa es cierta: los años no pasan solamente para los mortales comunes, para Chayanne también (tiene 46 pirulos). Sí señora… Su carisma y simpatía siguen estando, lógicamente, como cuando era un veinteañero. Sin embargo, cuando aparece en escena con esa sonrisa a flor de piel y esa melena negra azabache, se percibe a simple viste que su anatomía no es la del jovencito de la primera versión de Provócame, que saltaba, giraba y se deslizaba, tan fresco como una lechuga. En la actualidad, el astro se armó de un equipo de baile (4 mujeres y 4 varones) que hacen de satélites, para aliviar la pesada carga que representa cantar y moverse al mismo tiempo, todo el show.
Pero, es inevitable, es caribeño, lo lleva en las venas. El morocho se quita las ganas de bailar, sí, aunque más suave. Lo hace plegándose a sus coequipers, tomándose su tiempo, y con más meneo al estilo Sandro que saltos, como en los remixados Provócame, Salomé y Torero. Sucede también en sus nuevos temas, Bailando dos corazones, a ritmo de bachata, en el que que danza bien "apretadito’ con una morocha espectacular, pero sin salir de una baldosa; y en el altamente adictivo Humanos a Marte, donde si bien se mueve muy bien, denota mucho menos frenetismo que en sus viejas épocas. Sí, es en los lentos donde la estrella brilla con luz propia, porque no se le escucha la voz levemente agitada como sucede con las canciones más moviditas.
Pero cuidado, que Elmer Figueroa Arce -tal es su verdadero nombre- se recicló, supo utilizar el tránsito a la madurez con sapienza, para continuar deslumbrando a su audiencia, la mayoría mujeres que asistieron el miércoles al Estadio Cubierto Aldo Cantoni y crecieron con él (iban de las 3 décadas en adelante). Y, como el público se renueva (como dice Mirtha Legrand), también hubo algunas jovencitas. Sin duda, sigue siendo un maestro en el arte de la seducción. Y aquí, otra clave importante es la comunicación con sus adoradas. Basta con una sonrisa o con estirar sus manos para que sus "nenas’ -uniformadas frente a él, sin importar qué ropas lleven- se derritan a sus pies.
¿Las canciones? ¿Qué más decir? Que no se olvidó de los clásicos (y siempre efectivos) lentos que tanto nos hicieron suspirar y hasta piantar algún lagrimón pensando que, alguna vez, este divo pudiera enamorarse de una chica corriente como una. Ahí estuvieron Atado a este amor, Cuidarte el alma, Y tu te vas y Un siglo sin ti.
El intérprete se hace querer, sí… ¡¿a quien le importa que mueva más o menos la pelvis?!. Que diga "quiero bailar apretado", que agradezca "el amor que se le entrega" y que asegure que lo que hace "es nada, para el calor que recibe", es demoledor. Y encima da el tiro de gracia en medio del corazón estrujado de sus chicas con Lo dejaría todo. ¡Y bueno! ¿Usted no dejaría todo por él, hasta su alma y su religión?

