"Siempre vamos a estar listos y preparados para bailar y defender nuestras raíces y tradiciones…" escribió Amira Ceballes junto a un clip donde se la ve con su esposo, Julio Rivero, bailando una cueca, con el paisaje vallisto como inmejorable escenario. Y el mensaje condice con las fotos y videos que postean en sus redes sociales. Con frecuencia, la pareja y sus alumnos se trasladan a algún bello rincón de los tantos que ofrece Valle Fértil y, celular en mano, graban videos fusionando terruño, música y danza. A veces a pulmón, otros con ayuda comunal, los hacen para presentarse en encuentros o certámenes nacionales o por el simple gusto de compartirlos. Y así, video tras video se fueron convirtiendo en una suerte de embajadores del departamento, aunque la expresión les suene "grande" y "demasiado fuerte".
Ella, cordobesa de tonada bien marcada, pero ya parte de una tierra que le robó el corazón (aunque confiesa que "se extraña"). Él, local. Tras un tiempo en Córdoba -donde se conocieron bailando, hace ya seis años- se radicaron en Valle Fértil. Allí abrieron su academia de danzas nativas, Ayekantum, que se fue poblando de otros como ellos, que los siguen en estas "lindas locuras" (como levantarse a las 5 de la mañana para captar el mejor cielo o treparse a un cerro con utilería y todo) y a veces hasta redoblan la apuesta. Lo mismo los músicos, Kevin Soria y Adrián Elizondo, predispuestos a cada idea de la dupla.
"A nosotros particularmente nos gusta mucho mostrar el paisaje a través de la danza y es muy linda la repercusión que hemos tenido. Mi marido es de acá, yo me siento un poco de acá; y creemos que está muy bueno mostrar de dónde uno viene, que no se pierdan las raíces, las costumbres; y más haciendo lo que nos gusta, que es bailar", contó a DIARIO DE CUYO Amira, quien explicó que si bien mantienen un sello tradicionalista -de hecho rescatan los modos de bailar naturalmente aprendidos-, también incursionan en fusiones. Como ejemplo vale un tema de Saúl Quiroga que entrelazaron con candome y malambo; y presentaron en la fiesta departamental. "¿Qué hubiera dicho don Saúl? ¡Capaz que nos hubiera retado!", sonríe Amira, quien relató que se comunicaron con la hija del notable cantautor vallisto, Natalia, y "respiraron" cuando ella celebró su propuesta.
"Por ahí uno se acostumbra a bailar en una sala o un teatro; y creo que la pandemia nos abrió la cabeza para mirar lo que tenemos alrededor, que es magnífico, y para mostrarlo. ¡En el Valle hay cada espacio! Vez pasada grabamos en un ranchito y ni falta hacía decorar, porque ese lugar era todo! Y si a eso le sumás las redes, podés alcanzar una linda difusión. Acá es como que todo está a flor de piel", concluyó Amira.

