Experto en el conocimiento de los movimientos artísticos y las complejidades políticas y sociales de los museos como instituciones públicas al servicio de la democracia, Ferrán Barenblit arribó ayer a la provincia a dar un conversatorio abierto sobre la función del museo contemporáneo y su rol en la sociedad. Este encuentro, dirigido a artistas, gestores culturales, trabajadores de museos y público en general, sirvió para actualizar conceptos, conocer tendencias y experiencias que el especialista trajo consigo tras haber dirigido el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona), el CA2M (Centro de Arte 2 de Mayo de Madrid) y el Casm (Centre d’art Santa Mónica). 

Barenblit entiende que los museos no deben ser únicamente depositarios del arte contemporáneo, también deben establecer puentes entre el arte y los espectadores, que trasciendan el simple espacio de exhibición y difusión de la obra artística. También, deben debatir críticamente y cuestionar la realidad social. En su visita, el historiador y curador conoció por primera vez el Museo Franklin Rawson y habló con DIARIO DE CUYO sobre cómo pensar la función del museo con su comunidad. 

– ¿Qué motoriza realizar esta visita y qué mensaje compartió con la comunidad?

– Se trata de reflexionar en conjunto sobre el papel que están ejerciendo los museos ahora. Por eso le pusimos a la charla como título "Todo lo sólido se desvanece en el aire", que es un fragmento del Manifiesto Comunista, que significa que todo aquello que existe necesita un cambio de estructura, para poder volver a empezar. Es lo que nos permite reflexionar al museo como lugar de intersecciones, un lugar de tensiones, que tienen que ver la nostalgia por el objeto; y otras tensiones con las funciones institucionales; su capacidad de acción y sobre todo, una reflexión de cómo podemos pensar hacia el futuro. Adhiero a la idea que sostiene que los museos son baluartes de la democracia y que nos conduce a la pregunta de fondo: ¿qué pasaría si mantenemos todas las funciones de un museo (exhibir, preservar, restaurar, investigar, educar) y que las relaciones entre las personas estén en el centro de ese espacio?

"El museo es un lenguaje único, eso lo carga de posibilidades de relatos y crea narrativas presentes, partiendo de un pasado, pero que permiten imaginar un futuro", Ferrán Barenblit.

– Hay una percepción general que el museo es el reservorio del pasado ¿hoy hablan del presente también? ¿Cuál de todas esas funciones el museo no debe abandonar?

– Partimos de una frase que todo arte una vez fue contemporáneo. Creo que el museo, desde su inicio, se piensa en tiempo presente. Esa noción es básica. El museo es el hijo o hija de un momento de la historia determinada. Los objetos adquieren un valor que antes no tenían. Creo que el museo en la actualidad, emerge como institución, porque evoluciona en paralelo al mismo arte. De la misma manera que el arte avanza en sus vanguardias, hacia el "arte total", la institución-museo, lo hace también en gran parte, porque sigue el alma del propio arte que le da sentido. En el museo se ofrece como una gran plaza pública donde se detectan las contradicciones y conflictos de la contemporaneidad. El museo es un lenguaje único, eso lo carga de posibilidades de relatos y crea narrativas presentes, partiendo de un pasado, pero que permiten imaginar un futuro. Hay una idea de la Teoría del Caos que me gusta mucho. Es el Efecto Mariposa, que establece que el aleteo de una mariposa en un lugar del mundo, puede provocar un huracán en otro lado. El museo puede funcionar de manera parecida, por eso sostengo que la próxima revolución va a empezar en un museo. Quizás empezó ayer en este mismo museo en el que estamos, porque cuenta con un potencial poético inacabable.

– ¿El museo debe exigir a los artistas que generen una producción simbólica que resulte convocante o que deba provocar?

– Es una pregunta muy práctica, pero creo que la responsabilidad recae más en el museo. El artista, en su total autonomía, está bajo una presión del sistema y eso no beneficia a nadie. Por otro lado, la audiencias son más demandantes todavía, porque recibimos estímulos a diario de manera descomunal. Luchar contra Tik Tok no es fácil y aliarte es también una gran contradicción. Uno de los grandes retos de los museos es cómo ser significativo para la audiencia. La respuesta está en cómo establecer la relación con el público y considerarlos como un miembro de un cuerpo constituyente, en la que cada individuo tiene su emocionalidad y necesidades diferentes.

– ¿Qué importancia tiene el rol del curador, entre el público, el museo y el artista?

– Un desafío importante es buscar operaciones que sean intelectualmente válidas, ideológicamente comprometidas. La idea de un curador aislado que toma decisiones unilaterales como un ordenador o seleccionador, se va desvaneciendo actualmente. Hoy aparecen prácticas más fluidas y horizontales. Estoy convencido que en algún momento el término de "curador" como lo conocemos, empezará a dejar de usarse como tal. 

– Si el público se volvió más exigente, ¿cómo el museo puede estar a la altura de esa demanda?

– La expectativa que tiene un espectador en reconocer o en comprobar lo cierto en una muestra no genera nada nuevo. Lo ideal sería en que no encuentre lo que busca y cambiarle las expectativas. 

– ¿Cuáles son las condiciones que deben darse para constituir un museo del siglo XXI?

– Creo que debe haber comunidad, educación y todas las funciones convencionales que dije anteriormente, me parecen imprescindibles. Los problemas que tienen los museos residen en que estamos siempre pensando en el qué hacer y creo que hay que enfocarse más en el cómo. La pregunta está en el cómo: cómo saludar en la entrada, cómo organizar la institución, cómo se deciden los salarios del personal, cómo configurar una visita, cómo difundir la información. La diferencia está ahí.

FOTOS MARCOS URISA