Cuatro décadas pasaron, pero aún tiene fresca aquella visita solidaria: un desfile de modas a beneficio de los damnificados por el terremoto de 1977. Más allá de la tragedia que activó su visita, Gino Bogani guarda muy buenos recuerdos; y esa memoria emotiva tuvo un peso importante a la hora de decidir volver a San Juan. "El padre de la alta costura argentina", como se lo conoce, estará en los ensayos y permanecerá hasta la última gala de Cascanueces, el ballet dirigido por Lidia Segni que debuta el jueves próximo en el Teatro del Bicentenario; y cuyo vestuario completo -ese que verán los sanjuaninos- diseñó para el Teatro Colón, coproductor de esta exquisita propuesta. Simpático, extrovertido, Bogani dialogó con DIARIO DE CUYO.

– ¿Por qué decidió venir a San Juan con Cascanueces?

– ¡¿Y cómo no voy a ir?! Llevan un ballet al que le hice el vestuario, pero principalmente porque me encanta volver a San Juan, tengo un recuerdo maravilloso. Feliz de la vida, me entusiasma terriblemente, quiero conocer ese teatro del que tanto me hablan y quiero volver a esta provincia donde fui tan bien recibido hace tantos años…

– Será la segunda vez…

– Exactamente. Estuve en los ’70, hice un desfile con todas las mannequins a beneficio de los damnificados de Caucete, en un club muy bonito y antiguo… El Sirio Libanés. Cuando llegué al aeropuerto, que era como un hangar, me fueron a recibir las de la comisión; les pregunté cuántas entradas habían vendido y me hicieron una cara como que pocas. Después vino la televisión, me grabó con las mannequins (NdeR, Evelyn Schield y Mora Furtado, entre otras) y la gente no creía, porque yo no he ido nunca a hacer un desfile a la provincia. Conclusión: después había tanta gente, ¡hasta en la vereda!, que las modelos no podían caminar, fue fabuloso. ¡Y hasta fui a la Difunta Correa! 

– ¿Y se va a quedar hasta la última función?

– En principio me volvía el viernes, porque tengo un vestido de novia y la cliente es primero, pero como hice la prueba y quedó tan perfecto, me puedo quedar. Es que me han mandado tantos mensajes en las redes, que me quieren ver y qué se yo, la gente es muy cariñosa. Espero no defraudarlos…

– Veremos otra faceta de Bogani…

– Sí, es otra cosa… Con ballet y ópera empecé hace seis o siete años. Después de La Cenerentola (2012) hice Cascanueces…
– ¿El ballet permite jugar con los diseños o es muy acotado?

– Permite, aunque uno siempre está muy ligado al concepto, al personaje, a los movimientos y a lo que el director quiere. Igual la creatividad es fundamental… Acá tenemos el Mago, los ratones, la niñera, los invitados, que permiten diseños particulares. Y mi estilo está en el colorido, en la fluidez…

He visto algunas puestas cargadas de brillos, para impactar; no me gusta, lo hace muy "de revista", para mí claro. Cascanueces es un cuento para niños, tiene que mantener una cierta frescura e imaginación… Hay que conocer bien la historia, ver ensayos y hablar mucho, en este caso con Lidia Segni, que me daba la pauta de lo que quería. Pero debo decir que ella, que es muy exigente, me dio total libertad; y yo me he dejado llevar por mi sensibilidad… Este vestuario fue hecho apenas en catorce días, los artesanos del Colón son extraordinarios y fue un trabajo de un gran equipo para llegar a tiempo, cosa que yo tuve que coser y bordar también (risas)
– No es sólo hacer un traje…

– Hay que estar pendiente de todo… Por ejemplo, si es con partenaire hay que tratar de no bordar la cintura de donde el bailarín toma a la bailarina, para que no lastime o se enganche. Otro tema importante, que se aprende con la práctica, es que uno elige un color, pero luego cambia según la iluminación; y hay detalles que hay que exagerar, porque no se ven desde lejos… Bueno, ahora hay una tendencia donde se usa todo más realista, natural, para que el espectador que lo ve filmado no vea algo muy artificial. Lo esencial es que esté el espíritu de la obra. 

– ¿Qué es lo que más lo sedujo de hacer vestuario de ballet? 

– ¡No hablemos en pasado! Me seduce. Desde muy chico he visto ópera y ballet, iba con mis padres al Colón y desde hace años tengo abono. Me seduce entrar en el Teatro Colon, la magia que tienen los diferentes talleres… es un mundo tan fascinante que uno entra en un vértigo extenuante y estimulante a la vez. En ese momento uno odia no tener tiempo para nada, pero extraña muchísimo cuando se acaba. Vivir la experiencia de realizar un vestuario y caminar los pasillos de un teatro es embriagador.

 

Mucho y bueno

 

Pasamanería, lentejuelas, canutillos, mostacillas, piedras, tableados, alforzas, tules, gasas, sedas, bordados a mano que son para sacarse los ojos… 14 días tardó la confección del vestuario de Cascanueces, abundante y variado, acorde a los muchos personajes de la obra. Pero lo que más impacta es la dedicación con la que cada traje está hecho, que se nota en cada detalle. El interior de la capa del mago Drosselmeyer, por ejemplo, es toda de paillette, lo que al moverse da coloridos efectos; y la delicadeza está puesta en cada puntada que adorna un tutú. Aquí apenas un pantallazo de lo que se verá.