El 3 de junio de 1968, Mirtha Legrand debutó con su “Almorzando…” en la televisión argentina, precisamente en Canal 9. Y aunque todavía faltan unos meses para el cumpleaños, la diva -que anoche regresó de su breve receso para ponerse al frente de La noche de Mirtha y que hoy retomará sus clásicos almuerzos desde Mar del Plata- ya comenzó a celebrar estas bodas de plata, que convierten a su ciclo en el más longevo de su tipo, con la misma conducción, en el país y, se dice, en el mundo. 

“El 2018 será un año muy especial y emotivo para mí ya que haré la temporada número cincuenta de los almuerzos’, había adelantado al Trece, su casa desde 2014 y donde estuvo en dos oportunidades antes de pasar por ATC, América, Canal 7; y de volver al 9. 

 

Mirtha con Romay y Samuel Yankelevich, firmando contrato en 1968; y un anuncio del programa. Abajo, con diferentes invitados, Renán, Raffaella Carrá, Porcel, Norma Aleandro, “El Zorro” y Tato, entre otros.

 

Carmen Barbieri, Midachi, Ingrid Grudke (recién separada de Cristóbal López) y Ariel Puchetta serán los invitados que hoy se pondrán a disposición de “La Chiqui”, quien con los años ha sabido reinventarse. De hecho, los 50 años del envío la encuentran en un lugar destacado dentro del ruedo político donde, admirada y criticada, ha sabido instalarse. Claro que en los comienzos no era un ciclo tan “jugado”. Es que “Almorzando con las estrellas” -así surgió- estaba más enfocado al rubro artístico. 

 

 

“En torno a la mesa cordial del mediodía, Mirtha Legrand reúne a distintas personalidades del quehacer artístico, cultural y deportivo del país”, promocionaban los avisos del ciclo nacido a instancias del “Zar” de la TV.

“Un sábado estaba controlando la emisión de Sábados de la bondad desde la ‘pecera’ cuando vi entrar a Mirtha Legrand y Daniel Tinayre, muy buenos amigos… Les conté a ambos la idea que tenía el directorio del Canal acerca de ese programa consistente en almuerzos diarios, de lunes a viernes (…) A ‘Chiquita’ se le iluminó la cara: le pareció fantástico. Daniel empezó a poner excusas: que todos los días no, que era muy cansador, que quiénes irían al programa y otras cosas sin demasiado sentido que me hacían pensar que, en realidad, a Daniel no le interesaba mucho la idea.

 

 

Finalmente lo convencí, con el apoyo de Mirtha, que estuvo más que entusiasmada desde el primer momento…”, relató los orígenes el mismo Alejandro Romay, en su autobiografía, MemoriZar, que publicó en 2007. “Yo enseguida le contesté ‘¿Almorzando? ¿Hay que comer en televisión? ¿Comer y hablar?’. Era difícil y nunca se ha visto.

 

 

Pregunté con cuántas personas y me dijeron que con doce. Pensaba que era imposible. Y era una actriz, no tenía experiencia. Dije que lo iba a pensar. Lo consulté con Daniel y me dijo: ‘Hacé lo que quieras, Chiquita’. Y dije que lo iba a hacer, total duraba un mes como mucho y no me importaba”, completó la historia Mirtha, durante una emisión en 2015. Y agregó: “En el primer programa había pollo y me sirvieron una pata. Y Daniel fue y dijo que no, que me sirvan una pechuga porque a mí me gustaba comer pechuga. Ahí ya me sentí más cómoda, sentí una cosa más familiar y hogareña (…) Terminó el programa y fui a tomar el té con una amiga y me avisan que había llamado el señor Romay. Me preguntó si sabía el rating que había tenido y yo le dije que me parecía poco, pero era una barbaridad de alto. Y así empezó todo. Él fue el creador. Quiero destacar lo visionario de ofrecerle a una actriz un programa así. Al tiempo Daniel Tinayre habló con él y le dijo que mejor se llame Almorzando con Mirtha Legrand”. 

 

 

Desde entonces, los Almuerzos han sido escenario de momentos inmortales: muchos recordarán cuando Silvana Suárez le reprochó a Mirtha que la estaba usando, se levantó de la mesa y Legrand le dijo “No necesito de vos para tener audiencia Silvana Suárez”; o cuando a Narciso Ibáñez Menta se le prendió fuego la torta. ¿Y el “demasiado esfuerzo hago, carajo mier…” que dijo ofuscada con su producción, y que se repite hasta hoy? Ni hablar de las polvaredas que levantó cuando les preguntó a Laura Miller qué hacía para que su pareja le pegara; y a Roberto Piazza si en una pareja de homosexuales podría producirse una violación hacia su hijo. Y la jugosa entrevista a solas con el ya fallecido Roberto Peña, quien en un instante le apuntó con un arma; o cuando se enojó porque no fue invitada al institucional del Día del amigo (con Tinelli y Susana) y también porque no le dieron este año ningún Martín Fierro. Y ya más al hueso, desde los archienfrentamientos con el gobierno kirchnerista hasta cuando le espetó al presidente Macri: “Ustedes no ven la realidad” y los cruces con varios de su equipo, como Patricia Bullrich o Durán Barba. Apenas postales de un programa que puede gustar, o no, pero -siempre disparador de comentarios y polémicas- lejos está de pasar inadvertido.