"Admiro a Freddie Mercury. Lo admiro no sólo como cantante sino como el artista que era tanto arriba y abajo del escenario porque cuando uno se considera un artista lo debe ser siempre y por sobre todas las cosas sentirlo desde adentro; ser profesional tanto en su vida artística como personal y conservar una imagen más allá de elecciones sexuales o gustos personales que no hacen al músico. Es totalmente admirable para la época en la que vivía que asumiera su sexualidad con tanta seguridad como lo hizo. Esa misma seguridad es la que me inspira su persona para vivir en una ciudad como San Juan y subirme a un escenario como si fuera la estrella más grande del mundo sin titubeos.
Admiro a Freddie Mercury porque jamás he escuchado una voz similar a lo que su legado nos dejó. En los últimos treinta años no ha habido ninguna persona, ni hombre ni mujer que se asemeje o supere a este gran cantante con un registro tan amplio como el de él. Actualmente se siguen escuchando sus canciones y composiciones que se han convertido en clásicos que jamás pasan de moda.
Si yo fuera Freddie por un día, lo que haría sería dar un gran concierto para saber si el sentimiento que ponía cuando cantaba una canción y como le latía el corazón, se asemeja a lo que me pasa a mí en mi interior cuando estoy cantando, con la piel erizada de puro sentimiento, los ojos cerrados mirando nuestro interior y buscando ese momento justo que va con cada palabra y melodía. Transmitiendo al público todo esto que nos pasa adentro y provocar esas mismas sensaciones en ellos. ¡Además de que tiene un parecido físico con mi padre por lo que le daría un fuerte abrazo recordándolo! ¡Creo que sería maravilloso!’

