Curiosa, inquieta, sensible. Si bien toda su vida escribió y dibujó -además de danzar, su gran pasión-, Violeta Pérez Lobos se ha volcado estos años a la producción literaria; una manera de canalizar lo vivido y de poner en papel su envidiable memoria. En 2013 publicó su primer libro, poesías. Y hoy hará la presentación en sociedad de su segunda producción, que tiene un significado muy especial. Es que por un lado este libro -al que tituló Patriarcas ocultos de nuestra tierra- pone en pedestal a quienes abonaron la historia de la danza en San Juan, de la que ella misma es una patriarca, aunque se omita y le dé pudor siquiera considerarlo. Pero además, este libro verá la luz justo en el día de su cumpleaños número 73, edad que "a esta altura’ -como remarcará, aunque sin perder un ápice de coquetería- ya no le importa confesar y sí celebrar.
"Allí hablo de los orígenes de la danza en nuestra provincia y le rindo homenaje a todos aquellos que pertenecieron a su entorno inicial, no sólo directores, maestras y maestras, músicos, cuerpos técnicos, escenógrafos, teatro, pantomima, declamación, mecenas, comunicadores y ¡cuántos más!’, resume con los ojos brillantes de entusiasmo la "bailarina del pueblo’, como le llaman, un título popular que llena de orgullo a esta Ciudadana Ilustre de la provincia.
Desde Nebita Alladio, maestras de maestras y con quien se inició en su juventud; hasta colegas como María Inés Pérez Olivera, Cecilia López, Marina Gil y Carlos Pechuán; pasando por Elina Molina Estrella (de Mendoza, que trajo la danza clásica a la provincia), Maravilla Jordán y Arnaldo Teodoro Peña (del Instituto Superior de Arte, ISA, pionero del contemporáneo). Desde Oscar Kummel (con quien trabajó años en teatro y pantomima) a Rufino Palomas (con sus máscaras y vestuarios), Guillermo Sacchi (musicalizador y sonidista), Susana Rosselot de Bettio (teatro y voces) y Oscar Carbajo (teatro leído); pasando por el Maestro Kowalsky (exdirector de la Sinfónica), Vicente Costanza (músico) y Rodolfo Ferrer (licenciado en Folclore). También su padre Vicente Pérez Lobos (cantante en la Catedral) y su abuelo Inocencio Aguado (músico y compositor), quienes alimentaron su vocación. Y por supuesto, su eterno compañero artístico Juan Carlos Abraham, con quien aparece en la foto de portada del libro, entre muchos otros. "Cuando veo sus fotos pienso que es mentira eso que dicen de que nadie es irreemplazable’, señala con nostalgia sobre el gran Abraham.
"Algunos ya no están… después de ellos vinimos nosotros, los pioneros, diríamos… y otros son jóvenes, pero igual son patriarcas, porque han hecho algo muy importante por la danza y por la cultura de San Juan. Son como imágenes de esas personas, anécdotas, todo lo que conocí de ellos lo he volcado aquí. Estoy muy emocionada con este libro, es muy lindo’, se conmueve la artista que se entregó en cada escenario que pisó durante más de 50 años, y que este año delegó en su hermana y sobrino las riendas del Estudio Coreográfico Argentino, que aún dirige artísticamente.
Durante 3 años Violeta recopiló las historias y recuerdos que pueblan el libro, y que en lo personal incluyen sus primeros pasos, su incursión a la danza contemporánea, a la pantomima y el teatro; y los 8 años de la dupla con Juan Carlos en San Juan en Alta Visión (el programa producido por José y Lola Rocha en los "60, para Canal 8, donde compartió con otros artistas como Los Hermanos de la Torre). Y ya antes de que vea la luz, está pensando en los otros que tiene bajo la pluma; uno sobre Jesús, otro dedicado a su amor incondicional, su esposo Fernando; quien la alienta y asiste en todo.
"Es que cuando termino un libro siento que me he quedado vacía y entonces empiezo a pensar en otro. Voy escribiendo y voy guardando. Me levanto por las noches y me quedo en la computadora’, cuenta casi con la picardía de una niña Pérez Lobos, que no se detiene ni un momento. "¿Parar? Nunca. No paro, ni quiero parar’, susurra con una sonrisa.

