‘No se va, Gustavo no se va’, coreaba ayer al mediodía la multitud en la puerta de la Legislatura porteña, lugar en el que desde la noche del jueves se llevó a cabo el velatorio de Gustavo Cerati, abierto al público, y por donde pasaron cerca de 20 mil personas, según estimaciones oficiales. También familiares, amigos y figuras del ambiente musical participaron de esta despedida, que durante la noche fue amenizada con las canciones que los fans cantaron, emocionados, en la vereda.

Ayer, pasadas las 13.30, en medio de calurosos aplausos, el cortejo fúnebre inició su marcha rumbo al Cementerio de La Chacarita, donde fue sepultado el exlíder de Soda Stereo, y a lo largo del recorrido su paso fue saludado por fanáticos, curiosos y hasta automovilistas que se sumaron con bocinas al homenaje. El coche que trasladó al músico fue escoltado por una numerosa formación de motoqueros, dándole un carácter distintivo a la comitiva, que una hora después fue recibida por gran cantidad de seguidores que se agolparon contra las vallas de seguridad para limitar el ingreso al Panteón de la Merced, donde se desarrollaron las exequias. Fue una ceremonia íntima, alejada de la prensa, a la que sólo ingresaron los afectos y colegas más cercanos a Cerati. Su madre, Lilian Clark, llegó acompañada por los hijos del músico, Benito y Lisa. Estuvo Zeta Bosio y tampoco faltaron las mujeres de su vida: Cecilia Amenábar (madre de sus hijos), Débora Del Corral, Leonora Balcarce, incluso la joven modelo Chloe Bello, su última novia, participaron del sepelio y no ocultaron su tristeza.

Convertida en un símbolo de perseverancia, Lilian fue ovacionada por quienes quisieron estar presentes en el saludo final. Los aplausos emocionaron a la mamá, esa madre de todos los que velaron por la salud del músico todo este tiempo. Pero la lucha terminó, y el hombre alado ahora, descansa en paz.