Natalia Oreiro se resistió durante año a las redes sociales. Sin embargo, hace dos semanas cambió de parecer y abrió una cuenta en Instagram. Con fanáticos en varias partes del mundo, en cuestión de horas sus seguidores se multiplicaron. Pasó la barrera de los 300 mil en un abrir y cerrar de ojos.

Allí, la uruguaya va informando sobre sus novedades, tanto laborales como personales. En este sentido, sorprendió al hablar de un viejo tatuaje y de la transformación del dibujo.

Natalia subió una foto mostrando un look y los comentarios cargados de halagos no cesaron. Tampoco los que le pidieron que vuelva pronto, después de la cuarentena, a la televisión o el cine. Y entre ellos apareció un usuario que se percató de un detalle casi imperceptible. El hombre enfocó su ojo en un lugar en el que solo alguien que está atento a cada paso que da puede poner. Entonces, esta persona, le preguntó: “¿El tatuaje evolucionó como un Pokemón o te lo borraste?”, le dijo, haciendo referencia al dibujo -que ahora prácticamente no se ve- por encima de su tobillo izquierdo.

Amable como de costumbre, Natalia se tomó un minuto para contar qué fue lo que sucedió. “Me lo estaba borrando hace años, pero ahora lo dejé así, medio mancha -dijo-. Es que me encantan los tatuajes, pero por mi trabajo como actriz, en una zona tan expuesta como el tobillo me limita y me lo tengo que tapar”.

Oreiro, que se declaró fanática de la tinta en su cuerpo, guarda su pasión bajo siete llaves. Entiende que laboralmente no la favorece y que no le permite hacer ciertos personajes. Los que tiene, los llevaba consigo en zonas en las que no están tan expuestos. Sobre el que es tema de conversación, se trata del primero que se hizo, cuando apenas tenía 20 años. La acompañó durante toda su vida y, de alguna manera, le dio nostalgia quitárselo del todo, por eso decidió hacerlo menos visible para, en el caso de requerirlo, con apenas un poco de maquillaje taparlo.

En cuanto a los más significativos se encuentra aquel que comparte con su pareja, Ricardo Mollo. Por seguridad, decidieron sacarse las alianzas de casamiento que tan bien lucían en sus dedos anulares y, en su lugar, se las tatuaron. En algún momento Natalia contó que fue doloroso, pero valió la pena.