No fue fácil, lo dijo mil veces. Lo sintió como una gran responsabilidad. Pero no sólo desde lo interpretativo, sabiéndola idolatrada por miles y miles de seguidores que más allá de lo musical, hasta le atribuyen milagros y la erigieron en santa. ¡Había que salir al ruedo en esos zapatos! Pero además, había otro reto, y no era menor: la caracterización; que, al fin de cuentas, también tiene que ver con lograr esa ‘magia’, ese contrato de complicidad entre ella y quienes le levantaron un altar en sus corazones. En medio de una gran expectativa, la primera película de Gilda debuta hoy en las pantallas grandes de todo el país; y la que le puso el cuerpo y el alma fue Natalia Oreiro, que -se cuenta- sale airosa de semejante desafío.

Si bien habrá que ver para opinar, lo cierto es que el estreno llega precedido de buenos comentarios, que se fueron generando luego de salir a la luz algunos avances. Oreiro admiraba a la cantante tropical, fallecida hace 15 años, cuando apenas tenía 35, en un accidente de tránsito; y para muchos esa admiración fue determinante en la garra que le puso al protagónico.

Por empezar, Oreiro tiene 38 años, apenas un poquito más; y aunque el ‘physique du rôle’ daba a simple vista, se esmeró en ajustar detalles. Aunque muy estilizada, la mujer de Ricardo Mollo hizo una estricta dieta para dar con el porte que tenía Miriam Alejandra Bianchi Scioli -el nombre real de Gilda- por entonces; y bajó siete kilos. ‘Ella era muy flaquita, sobre todo de la parte de abajo’, le contó Oreiro a Caras; y agregó: ‘Yo empecé a ensayar y las polleras rojas me quedaban mal. Hice una dieta muy balanceada y tuve que afinar piernas y caderas, con ejercicios en un elíptico y gimnasia localizada’. Pero no sólo eso….

‘Me reuní con sus mejores amigas. Ellas me aportaron su costado más familiero y me prestaron ropa que ella solía usar. Todo lo que pudieran darme de Gilda -de Miriam, mejor dicho- me servía como amuleto, sentía que ella estaba presente con su energía. También hablé con sus plomos, sonidistas, personal de seguridad y sus músicos’, se explayó la cantante y actriz, que tras horas y horas de videos, aprendió a bailar como Gilda lo hacía.

Si bien Oreiro recalcó que el objetivo de esta historia es mostrar a la mujer detrás del mito, está claro que trascender eso tal vez sea más fácil para los que no la siguieron… porque nadie puede predecir qué alquimia se producirá en las venas de sus fanáticos una vez que Gilda -aunque sea la de ficción- vuelva a cantarles ‘no me arrepiento de este amor…’.