
Por primera vez, el actor, humorista y compositor Favio Posca pisará un escenario provincial para presentar su espectáculo unipersonal "Fucking Fucking Yeah Yeah". Transitará con su estilo ácido un panteón de criaturas, emociones y miradas sobre el amor, el odio, las adicciones, la sexualidad; de lo prohibitivo a los prejuicios en una sociedad dominada por las apariencias y las relaciones virtuales. Con sus monólogos y canciones, el artista estará solo ante toda la platea para hacerla reír. "Es un espectáculo que no se compara con nada de lo que se haya visto antes. No es stand up, ni multimedia, pero vengo cargado con rock, fotografía, música original en vivo y un formato innovador. El humor será el emblema" adelantó a DIARIO DE CUYO.
– ¿Tus criaturas provienen de tus facetas personales?
– No tanto. Cuando me subo al escenario soy alguien totalmente diferente de lo que soy abajo. Aunque los personajes son compuestos por mí, soy absolutamente diferente en la vida real. La gente lo entendió así con los años. Pero me costó mucho que lo hagan los periodistas y los medios, para que conozcan mi capacidad creativa y de composición, a la hora de desdoblarme en una puesta y exponer a personas que no soy.
– ¿Cómo se caracterizan estas criaturas?
– Tenemos a El Perro, es un clásico, un mito vivo, muy querible y atemporal. Un tipo de la noche, viajante del mundo, súper culto y muy argentino; está Astroboy, con los brazos pegados al cuerpo, tiene todo el resentimiento acumulado por tantos años de bullying que le hicieron de chico y ahora se quiere vengar de grande. Todos estos personajes tienen algo de gracioso y reivindicatorio. Me interesa darles ternura y el amor que se merecen, por más que ellos hayan salido cada uno fallado en esta sociedad que está agarrada de las apariencias. A veces el deseo real de uno queda escondido, todo para pertenecer a algo. Lo que muestro es un desenfado y alegría de ser lo que son, por más que no encajen en ningún lado, o en donde la apariencia y lo permitido brilla. Son como ídolos que nunca terminan de serlo.
– ¿Cómo fue tu última experiencia en el Bailando?
– Fue muy positivo en todo sentido. Dije muchas veces que no, pero después terminé aceptando y decidí hacerlo. Con el paso del tiempo me di cuenta que fue muy bueno todo, demostré a la gente que sé bailar muy bien y con excelentes notas. Por otro lado, resultó interesante como fenómeno social que un artista como yo haya entrado con éxito a un programa con un formato donde pude poner mi impronta personal en un lugar tan difícil como en un estudio de televisión y haciéndolo en vivo. Que la gente se haya copado con eso es halagador para mí. Tuve libertad absoluta para desarrollarme e hice lo que yo quería desde mi postura como persona. Cierto, me fui abruptamente, la gente no entendió por qué lo hice, pero en ese sentido me respetaron mucho.
– ¿Cómo hiciste para no entrar en las polémicas que tiene el reality?
– Tenía claro que en ese juego no entraba. Quería mostrar lo que soy, bailar y actuar bien; después irme feliz a casa. Nunca me interesó entrar en ninguna polémica. Ellos lo sabían y está bien que me hayan respetado como bailarín y como artista. Me la banqué muy bien, es por el fruto del entrenamiento que vengo haciendo hace años, junto con deporte y alimentación. Bailar tiene adrenalina, saber de la presión que se tiene, dominar la coreografía, hacer el personaje, actuar en el teatro, todo eso hacía en un solo día. Fue algo desgastante también. Pero esta vez no volveré. Prefiero no repetir. Creo que ya lo di todo y disfruté mucho el año pasado.
– ¿Sentís la necesidad artística de transgredir cuando actuás?
– Nunca me sentí un transgresor. Me lo dijeron hace tiempo, pero la verdad es que yo hago arte no tanto para provocar, sino más para liberar, a partir de la risa, con un efecto corporal interesante, el espasmo de bregar energía; soy un artista que desarrolla un lenguaje teatral nuevo, que estuvo muchos años de pagar facturas de poco entendimiento, pero que subo a un escenario para dar un acto de libertad. Transgredir como un hecho en sí mismo o romper con algo porque sí, la locura por la locura, no es lo mío. No me interesa.
– ¿Cómo ves la situación actual del teatro argentino?
– Precisamente, este no es un buen momento para el teatro. Me preocupa lo que le pasa a varios colegas que no puedan convocar espectadores, teniendo muy buenas producciones. Lo que veo no es muy alentador. La idea es que los teatros no se cierren, sino que se abran más y se llenen de público. Pero eso no sucede. No hablaría tampoco de crisis, porque en Buenos Aires hay mucha cartelera. Sin embargo, las funciones no duran mucho tiempo. Hay shows muy buenos pero no tienen éxito de taquilla.
Es complejo, pero el teatro se puede salvar, Argentina es una plaza muy ávida de teatro y tanto actores como productores debemos mantenerlo vivo.
Fucking Fucking Yeah Yeah, con Favio Posca. La función será el domingo 7 de mayo, a las 21 en el Teatro Sarmiento. Entradas: $470; $420; $370 y $320. Venta anticipada en boletería del teatro, Farmacias Echegaray, DATA 2000 y www.masticket.com.ar.