Se comenzó a perfilar hace una década y cobró mayor fuerza en los últimos años; lo cierto es que, hoy, con las nuevas tecnologías, las capacitaciones y los perfeccionamientos del Consejo Federal de Inversiones (CFI) y el Gobierno de San Juan, los artesanos pueden llegar a hacer frente a la demanda, sumarse al circuito ferial que a veces trasciende las fronteras del país y hasta economizar en la compra de materia prima y en el proceso de producción, sea el rubro que sea. Sin embargo, aunque el mercado ya empezó a marcar el rumbo también en la provincia, todavía existen quienes continúan trabajando a "la vieja escuela" con herramientas del tiempo de sus antecesores y aquellos que usan un poco de ambas cosas, como destacaron Fernanda Fredes, directora del mercado Artesanal, y Sergio Gil, desde la organización de la Feria Internacional.
 

Desde la Dirección del Mercado Artesanal, Fredes manifestó que "modernizarse" hace que los creadores puedan vender sus diseños a un precio más económico y aumentar su producción para que ingrese a un circuito de compra y venta, "donde el que compra es un conocedor exigente". Al igual que manifestó Gil, desde la producción de la Feria de Artesanos que se llevará a cabo desde el próximo 27 de abril hasta el 7 de mayo.  
 

Uno de los que supo nadar siguiendo el curso del mercado es el conocido Daniel Sarmiento que en 2004 recibió un premio de la Unesco. Primero se dedicó a la cerámica de proyección folclórica junto a su hermano José Luis, una actividad que heredó de su abuelo. Pero en 2000, vio que la piedra era el mejor elemento para entrar en el circuito y supo transformarse. "Hoy la cerámica está postergada, la piedra nos consume gran parte del tiempo pero también supimos aprender a utilizar las máquinas porque si sos muy purista con la técnica no llegas con los tiempos, ni te dan los precios. Antes, para hacer una batea estaban dos meses los picapedreros", dijo quien reconoce que en sus primeros tiempos desempeñaban su tarea a punta de martillo y hoy todo es más sencillo con materiales como el cincel eléctrico.  
 

Juan Ramos Vega, uno de los 5 artesanos más importantes del país según el Mercado de Artesanías de Buenos Aires, fue otro de los consultados por DIARIO DE CUYO. A sus 74 años, para él "todo cambió" y "nada es como antes". Para el veterano artesano, ahora, todo fue reemplazado por las máquinas y fueron sus hijos Samuel y Romina quienes le ayudaron en la conversión. 
 

Para Clara Quiroga, de 50 años, el tejido es parte de su ADN, lo aprendió su abuela, pasó a su madre y luego a ella que aprendió a dar sus primeros hilados cuando era muy chica en Mogna donde habita su familia. Su mamá es Rita Páez, ganadora en la Feria Internacional de Artesanías 2016, y todavía teje con telar plantado. Aunque ella sabe que trabajando en un bastidor podría ganar en tiempo y costos, sigue la costumbre de su mamá. "Es un proceso más costoso, ya lo sé; por ejemplo, tengo un poncho que está a la mitad porque no consigo lana", explicó quien sí utiliza la lana industrial en ciertas ocasiones, "porque es más barata y así el producto cuesta menos". Y su pensar es similar al de Juan, ella sabe que hay que aggiornarse a los nuevos tiempos. 
 

Aunque todavía varios combinan lo moderno y lo ancestral, aun a sabiendas del nuevo camino que recorrerán las generaciones que vienen, en definitiva, es la misma demanda que lleva a las artesanías por surcos que implica una innovación. (Pasa a pág. 30). 
 

¿Qué se festeja? 
Debido al día de San José Carpintero en el santoral, se conmemora el oficio de quien fue el padre terrenal de Jesús. Se lo considera símbolo de la artesanía. 

Testimonios

Fernanda Fredes - Directora Mercado Artesanal 


"Que el artesano adquiera cierta tecnología maquinaria para la producción de sus piezas no implica que deje de ser tradicional. Sin embargo y es una realidad que el diseño se está metiendo en las artesanías y se produce una amalgama para el público más exquisito y el artesano tradicional lo entiende; los más viejitos y nuestras teleras ya tienen sus ideas y no se las vas a cambiar, pero a sus hijas si".  

 

 Juan Ramos Vega - Cuchillero


"Estoy en el Mercado Artesanal. Nunca hago una pieza igual a la otra. Todo es forjado a mano: la hoja, el mango, el filo según el material y el arreglo; todo lo hago junto a mi esposa Teresa y mi hijo Samuel, mi hija Romina se dedica al cuero. Todo tiene un proceso. Yo llevo 50 años haciendo esto, la tradición pasó de mi abuelo a mi papá y de mi papá a mí. En la época de mi abuelo, se trabajaba arriba de una piedra, después con un esmeril a mano, ahora ya es más fácil con pulidoras y esas cosas. Tengo hasta clientes de Nueva Zelanda. Lo más caro que vendo es una daga de 25 mil pesos".  
 

Daniel Sarmiento - Cerámica y piedra

"Empezamos vendiendo cerámica a Buenos Aires, la empresa que nos compraba quebró y vimos en la piedra un mercado local, pese a que también vendemos para afuera. Por lo general, hacemos esculturas y muebles para baño. La artesanía chica la dejamos de lado porque es mejor manejar tamaños grandes y cobrar mejor. Mi abuelo fue el que me enseñó a hacer mis primeras vasijitas pero, ahora, no ves ese vínculo, ahora ves el entusiasmo de ver el producto final".

Clara Quiroga - Tejedora


"Tejo con telar plantado igual que mi mamá, es como el telar de Doña Paula. Si bien las nuevas generaciones utilizan el bastidor para ganar en rapidez. Yo me quedo con la más tradicional, lo difícil es conseguir la lana, nos demoramos más tiempo en hacer el hilo; primero hay que esquilar las ovejas, lavar la lana, hay que emparejarla, limpiarla y hacer los copos para ponerla en el uso. Un poncho se puede teñir con la cáscara del eucalipto por ejemplo. Es mucho laburo, es más caro tejer en telar que en bastidor, tengo una colcha que era para mi papá de un kilo y no está a la venta, pasitos en 800 pesos hasta un poncho de lana de oveja en 10 mil y una manta de 20 mil".