En el Encuentro Internacional de Contrabajistas "Contrastes VII", que viene desarrollándose desde el miércoles pasado y culminará mañana, estudiantes y profesores de varias nacionalidades -incluyendo a sanjuaninos-, llevan varios días instalados en el complejo Del Bono Beach del Dique de Ullum. La rutina comienza a las 8 de la mañana y sigue hasta la medianoche. En todo momento, se escuchan los sonidos del contrabajo, ya sea en el salón múltiple, en los jardines al aire libre o en las cabañas. Pese a llevar una agenda cargada de ensayos, clases y conciertos, los contrabajistas son felices haciendo lo que más les gusta: tocar y escuchar.

Sara es una chica norteamericana que vino desde Mendoza, Gerardo Escaglione de Buenos Aires y Andrés Da Souza de Brasil. Tienen diferentes procedencias, costumbres y maneras de expresarse, sin embargo, el idioma musical es uno solo. Eso hace que la convivencia sea "espectacular", diría Silvia Guzmán, estudiante de Salta, mientras que el músico ecuatoriano Efren Vinar practica sus notas al lado de una mesa de ping pong. El paisaje natural de Ullum, la tranquilidad que generan las montañas, la soledad que se siente lejos de todo ruido urbano, resultan ser un paraíso insuperable para todos. Aunque el ambiente seco sanjuanino implica un eterno dolor de cabeza para los instrumentos hechos de madera. A un venezolano la baja humedad y el Sol, le jugaron una mala pasada cuando se le dañó la caja sonora de su contrabajo, por consiguiente, tuvo que ser llevado de inmediato al taller del luthier. Después del día laborioso, viene la hora de distenderse con alguna fiesta improvisada que surge, con vino fino y asado de por medio. Hasta los propios maestros como Thierry Barbé, Alberto Bocini, Horacio Cabarcos, Javier Dragún y Omar Arancibia, quedaron impactados por la convivencia que se experimenta en este "oasis" predilecto para la música.