Hoy, 30 de noviembre, se celebra el Día de la Tonada Sanjuanina, en conmemoración del nacimiento de Ernesto ‘Negro’ Villavicencio, uno de los máximos cultores de un género otrora marcado por la impronta masculina. Eran épocas aquellas, las de mediado del siglo XX, donde muy poco espacio quedaba para la mujer. Pero hubo excepciones. De hecho se conocen dos auténticas tonaderas que con el tiempo se convirtieron en leyendas vivas del género: Julia Vega y Viviana Castro. Sin embargo, poco se sabe de otra destacada tonadera que representó a una nueva generación que pisó fuerte durante la década del "60: Silvia del Carmen Quiroga, una voz que surgió de las entrañas de Caucete, que fue la revelación del momento con apenas 15 años y que rápidamente saltó a la fama por integrar la renovación del cuarteto de Los Manantiales, con los que llegó a grabar dos cassettes. Silvia figuró en varios festivales folclóricos importantes de la provincia y llegó a escenarios nacionales como Cosquín. Pero como si eso fuera poco, fue declarada oficialmente ‘Primera tonadera sanjuanina’ durante el Primer Festival Gigante del Folclore Auténtico 1968, que se realizó en el Parque de Mayo, distinción que no estuvo exenta de polémica, ya que la frescura y la energía que emanaba la "demasiado joven’ Silvia, acapararon toda la atención.
‘Todo comenzó siendo una niña de 12 años, fui conectándome con el folklore en los coros escolares y di mis primeros acordes de guitarra en peñas y reuniones familiares. Después salté a otros escenarios mayores como solista y a los 22 fui la segunda voz de Los Manantiales junto a Marta y Pepe Lloveras y Roberto Díaz’, relató Silvia a DIARIO DE CUYO. ‘Estábamos en los más importantes programas de televisión, sonamos muy fuerte en Buenos Aires e hicimos recitales junto a Luis Landriscina, Daniel Toro, los Quilla Huasi, Julia Dávalos. Pero en los "80 ya el grupo comenzó a decaer y me retiré. Seguí como solista un tiempo hasta que de a poco fui alejándome de los escenarios’, contó la tonadera. Hoy, a sus aún jóvenes 61 años, guarda muy buenos recuerdos; por ejemplo de la Fiesta de la Vendimia de Caucete de 1967 (resignificada como Fiesta de la Uva y el Vino), donde tuvo como padrino artístico nada menos que a Jorge Cafrune -un ídolo en ese momento. Pero la anécdota estará marcada por este título que obtuvo un año después de este padrinazgo -el de Primera Tonadera Sanjuanina, declarado por el gobierno de la provincia- que hasta despertó los celos de la propia Julia Vega, la ‘Alondra de los valles huarpes’ que había aparecido en Radio Graffigna mucho tiempo antes.
‘Ella decía que no tenía edad suficiente para salir a cantar. Yo tenía unos 16 años, siendo que ella comenzó a los 18. Pero fijate lo que más se cuestionó es que era mujer. La voz femenina en el folclore no era bien vista ni aceptada por los varones. Me veían como un bicho raro donde no correspondía estar. Me costó mucho porque decían cómo dejan subir a un escenario a una jovencita, era algo insólito en esa época’, cuenta la artista. De todas formas, Silvia consiguió hacerse un lugar y adquirió popularidad en los años posteriores.
Hoy, aunque alejada de los escenarios como cantora profesional, su alma tonadera no la abandona, pues sigue despuntando el vicio en cualquier peña o en las noches de serenatas cauceteras, junto a su amiga Betiana Zapiain, regalando cogollos con el mismo carisma de siempre.

