Otro capítulo triste para la historia del tango se sumó ayer a las 8 de la mañana, cuando luego de un cáncer de próstata que le diagnosticaron hace un par de años -y que ya había hecho metástasis en hígado y huesos- murió Rubén Juárez. El músico y cantante tenía 62 años y dejó como legado más de 4 décadas de trayectoria brillante, en medio de la cual también hizo una presentación con éxito en San Juan, hace 8 años (ver aparte). Y es por ese aporte -que también le valió ser declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- que se decidió velarlo con honores en la Legislatura porteña hasta hoy, que tendrá lugar el sepelio .

Juárez -quien también se destacó por sus cruces con la balada, el rock y el folclore- falleció en el sanatorio Güemes de Buenos Aires, donde estaba internado y al que había sido trasladado el sábado pasado, tras sufrir una descompensación que lo obligó a abandonar la internación domiciliaria en su casa de Villa Carlos Paz, Córdoba. Fue allí donde pasó sus últimos días recibiendo tratamiento de radioterapia y otros (no quiso hacer quimio "por lo coqueto y por el laburo", dijeron en su entorno).

"Hicimos traer un remedio alternativo a la medicina, lo cual sirvió muchísimo porque le quitó el dolor y le dio mucha calidad de vida", contó a Infobae Leandro, hijo del músico. "De hecho ahí vino la confusión nuestra, porque al ver que mejoraba, que no le dolía nada, dijimos "bueno está funcionando". Obviamente nosotros lo traemos acá para estabilizarlo y llevarlo a Cuba, pero nos encontramos con que la enfermedad estaba muy avanzada", agregó el muchacho, quien comentó que su padre estuvo conciente hasta el último momento, que pudo despedirse de sus seres queridos y que el consuelo que les queda es que él decidió e hizo todo lo que quiso.

Dueño en su momento del recordado Café Homero de Palermo, Juárez se había radicado desde hace algunos años en Córdoba, su provincia natal. Nació el 5 de noviembre de 1947 en Ballesteros, pero cuando tenía 2 años, su familia se mudó a Buenos Aires, donde él, a los 6 años, empezó a estudiar bandoneón y guitarra y en 1956 integró la orquesta típica del club Independiente. Su carrera profesional comenzó al ganar un concurso de cantantes organizado por una cantina de barrio y luego concretó giras por el país a dúo con el guitarrista Héctor Arbelo. En una de ellas conoció a Horacio Quintana, ex vocalista de la orquesta de Lucio Demare, quien quedó gratamente sorprendido por el joven artista. Le abrió las puertas de Caño 14, el más importante reducto tanguero capitalino de los ’60, y le facilitó grabar en 1969, para Odeón, su primer disco con el tango "Para vos, canilla", de Quintana y Martín.

Fue por entonces que su impronta llegó a ser apreciada por Aníbal Troilo, "Pichuco", quien le pidió ser su padrino, un gran halago porque era un maestro al que idolatraba.

Durante la década del "70 participó en programas de TV como Sábados circulares, de Pipo Mancera, que lo lanzó a la popularidad.

En 1981 profundizó su camino internacional, actuando en París y Estados Unidos; y en el "86 llegó a la pantalla grande con Tango bar, de Marcos Zurinaga. Como cantante fue acompañado por las formaciones de los más grandes músicos de ese momento: Carlos García, Armando Pontier, Raúl Garello, Roberto Grela y Federico.

"Me siento un afortunado por todo lo que la vida me dio -comentó en una oportunidad-. Tuve el honor de participar de la orquesta de Pichuco, mi gran maestro y admiro al genial Astor Piazzolla. La asignatura que me quedó pendiente fue haber grabado algo con ellos".