Autores. De izq. a der. Matías Ruarte, Marcos Díaz y Mercedes Yacante, felices con el avance de la obra.  (Foto: Marcos Urisa)

Por la mañana, una vecina del edificio les ceba mate y les convida maicenitas, más tarde, les trae agua. Comienzan temprano, para ganarle al calor. Cascos, antiparras y elementos de seguridad no son las herramientas habituales de estos artistas, pero por estos días son los necesarios para treparse a la grúa que los pone a la altura de su trabajo hoy: pintar un mural de 28 metros de alto sobre la pared de uno de los edificios del complejo ubicado en Alem e Ignacio de la Roza. 


El joven muralista Matías Ruarte fue convocado por los organizadores de Maaanso Encuentro Internacional de Muralistas y Graffiteros, con apoyo del Ministerio de Turismo y Cultura, para realizar la intervención y a su vez él llamó a Mercedes Yacante y Marcos Díaz. "Son artistas impresionantes, sabía que con ellos podría formar buen equipo", comentó a DIARIO DE CUYO un Matías cansado, con el rostro regado de salpicaduras, pero visiblemente contento. "Todavía no caemos", expresó, pensando en la magnitud del trabajo que están realizando hace cuatro días, y para el que utilizarán más de 200 litros de látex acrílico de exterior. 

Preparados. Casco y rodillo son los elementos para pintar suspendidos a 30 metros de altura. (Foto: Maxi Huyema)
 

"Era algo nuevo para nosotros, trabajar en grúa, en altura, los chicos de 'Trabajo vertical' son unos maestros... ¡están a cargo de nuestras vidas! Lo máximo que había estado fue a 5 metros de altura; este es un trabajo enorme, una logística importante", contó Ruarte sobre esta experiencia que implica el alquiler de 8 horas diarias de una grúa y el personal para colocarlos en una plataforma, a casi 30 metros del piso.

El mural ya tiene cuatro días de trabajo y ya se nota el rostro fascinado de una mujer. "Habla del verano, el calor, tiene algo de carnaval, porque está mirando a través de bombitas de agua, que son de colores rojo y azul, porque generan el efecto 3D. Está mirando hacia la cordillera, esperando el atardecer y observa toda la ciudad; nos está viendo a todos en 3D. Cada bombita tiene seis metros de alto, la boca tiene unos cinco metros", enumera para dar idea de las dimensiones totales de lo que están creando, que comenzaron en base a una cuadrícula que marcaron sobre toda la pared.


Matías se dedica al muralismo desde hace algunos años. "Empecé de grande, algunos empiezan a los 8 a pintar, yo a los 21", dice el chico que hoy tiene 30, se define como autodidacta, aunque pasó unos años por la facultad, y dice orgulloso que puede vivir del arte. Su mano también está en el mural de Roger Ballet y Libertador, además de otro de los murales del Maaanso en Chimbas, sobre calle Salta. 


"Está bueno salir del taller, este es un laburo más social, más físico, hace falta salir, cansarse", analizó Ruarte como cabeza del trío, que seguramente por un tiempo tendrá el cuerpo atravesado por esa experiencia de arte extremo.