Dejó flotando esas canciones impregnadas de sentimiento y entonadas con su particular color de voz. Dejó su entrega y su sonrisa calma. Dejó un pedacito de su historia. Y, sin saberlo quizás, también dejó uno de los mejores recuerdos que los sanjuaninos guardarán en su memoria: Mercedes Sosa, ícono del folclore, cantando bajo las estrellas, en la celebración telúrica más importante de la provincia, La Fiesta de la Tradición de Jáchal. Cuando su voz se ha apagado tras una enfermedad que logró vencerla a los 74 años, esa fría noche de noviembre de 2006 brilla como nunca.

Hasta el escenario Tito Capdevila del Anfiteatro Buenaventura Luna -a quien consideraba su maestro, tal como manifestó en diálogo con DIARIO DE CUYO- llegó "La Negra" y una multitud la recibió con una ovación. Hacía mucho que no venía a San Juan, nada menos que 20 años. Había amagado con la visita un par de veces (una fue en el 2002, gestionada por una marca de cosméticos), pero no había podido ser. Era, seguramente, uno de los motivos por los cuales el cierre de la 46ta. edición de la Fiesta estaba colmado hasta los cerros. Unas 10 mil almas esperándola. Frágil, con una salud que ya le estaba haciendo zancadillas, caminó despacio hasta un sillón blanco que contrastaba con la oscura noche, se sentó y desde allí brindó una actuación sentida, memorable, generosa. Corazón libre -título nada casual del CD ganador de del Grammy el año anterior a ese show- fue el disco que empezó a deshilachar, con una fuerza vocal e interpretativa capaz de disipar cualquier especulación sobre su estado físico.

"Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia, los únicos vencidos corazón, son los que no luchan. No los dejes corazón que maten la alegría, remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas (…) Adelante corazón, sin miedo a la derrota, durar no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa", entonaba desde el alma Mercedes, que -como era de esperar- siguió complaciendo al público, viejo y joven, con clásicos como Zamba para no morir o Gracias a la vida, en un recital colmado de símbolos y significados.

"Hace mucho frío pero tengo el corazón contento", dijo la cantante tucumana, cobijada dentro de un poncho realizado por la artesana jachallera Calixta Mallea, que le obsequiaron en nombre del pueblo y que ella pidió que se lo pusieran.

Tango y también temas de su entrañable amigo Charly García fueron parte de su festejado repertorio. Pero con su canto no era suficiente. Entonces, aceptó generosa mezclarse con los de aquí. "Maestro ¿querrá acompañarme?" invitó Mercedes a un extasiado Rolando García Gómez, con quien -luego de una suerte de mini ensayo previo, improvisado en camarines- hizo la cueca de Saúl Quiroga Corazón. Un deleite. Pero como si eso fuera poco, después llamó a la lugareña Susana Castro, con quien también había charlado un poco y se había emparejado a capella bajo las tablas. Juntas interpretaron la poesía de Eusebio de Jesús Dojorti, Por qué será que parece. "¡Qué voz que tiene!", la elogió sobre el final.

El "atrevimiento" como ella describió entonces a esta incursión, no hizo más que arrancar aplausos, gritos de aprobación y varias lágrimas de emoción.

Tras animarse a unos pasitos al ritmo de Luna Llena, su hijo Fabián Matus subió al escenario para abrigarla más y llevarla abajo. Y así se fue, abrazada también por esas miles de personas que seguramente con satisfacción, hoy recordarán esa última presentación de La Negra en San Juan, en la tierra de Don Buena.

La previa

Días antes de pisar suelo sanjuanino en 2006, Mercedes dio una entrevista exclusiva a DIARIO DE CUYO, donde repasó algunos nombres e historias. En esa última charla -antes de su recital en Jáchal, por el que cobró un cachet de unos 50 mil pesos, más gastos de traslado y estadía; y para el que pidió no subir a escena más allá de la medianoche-, Mercedes pintaba su presente como "el mejor momento de mi vida artística", recordó a Ernesto "El Negro" Villavicencio, quien en un tiempo fue guitarrista suyo y a quien destacó como "una gran persona" (no sabía que había fallecido); y también se reconoció admiradora de Claudia Pirán: "Tengo una admiración muy grande por ella", dijo.

También rememoró sus contadas visitas a la provincia, una junto a Pocho Mazzittelli, su segundo compañero fallecido en 1978; y un show que dio luego del exilio, en los ’80. Este, el penúltimo, fue en el Estadio Aldo Cantoni, con la llegada de la democracia; y ocurrió un hecho penoso. Mientras cantaba Unicornio, un grupo de jóvenes comenzó a abuchearla e insultarla. Entonces Sosa siguió cantando sin parar hasta terminar el show -cuya recaudación fue a benefició y en el que se sorteó un poncho suyo- y se fue sin esperar los aplausos. Otros memoriosos recuerdan una actuación previa en San Juan, tal vez la primera, en 1972 en un Auditorio Juan Victoria colmado.