Su cabello canoso, su postura firme, su mirada penetrante. Estos atributos caracterizaron los últimos roles que recreó para la TV vernácula Oscar Ferreiro; el actor que falleció la noche del miércoles, aunque la noticia se conoció ayer en medio de la conmoción por el deceso de Fernando Peña y Alejandro Doria. Víctima de una enfermedad terminal como dicen algunos allegados o a causa de una muerte súbita como afirman otros, el actor de 63 años -cuyos restos no se velaron a pedido suyo- murió en el hospital en el que estaba internado desde el 5 de junio.

Considerado el "malo" de la televisión y el cine, su última aparición fue en Telefé (2006-2007), donde engendró a un corrupto Alberto Lombardo que complicó hasta el final las vidas de los personajes recreados por Pablo Echarri y Paola Krum en el exitoso Montrecristo.

Tras su participación en El amor tiene cara de mujer y Estación Terminal, su salto al éxito fue en Ricos y famosos, como el vil Luciano Salerno.

Pero el villano que surgía cuando las cámaras comenzaban a grabar, desaparecía en su vida diaria.

Risueño, bonachón, admirador de Manuel Belgrano -"porque estaba adelantado como 200 años", según dijo hace unos años, en una entrevista con Clarín-; y seguidor de la música de Osvaldo Pugliese, para Ferreiro los principales rasgos de su carácter eran la franqueza y la disciplina.