Talento propio. Raúl Manzano y Fernando Muñoz (arriba), Javier Conejero, Leandro Bustos y Aníbal Caballero (abajo), seleccionados para El Mesías, dan testimonio de cómo cambió el panorama para la danza local. (Crédito  MAXI HUYEMA)

Tuvieron que pasar varios años -desde épocas del fallecido maestro Juan Carlos Abraham- hasta que surgió otra camada de muchachos que se animó a incursionar en las danzas clásica y contemporánea en San Juan. La mayoría llegó "de grandes" y luego de pasar por otras disciplinas. De ese grupo que hoy transita los 20 y 30 años, una buena parte emigró buscando horizontes que no había en su provincia. Pero hace un par de años el escenario cambió, para la danza en general y para ellos en particular. Y fue con Teatro del Bicentenario (TB), cuyas producciones alientan su participación. Aunque todavía quede mucho por hacer, tener la posibilidad de bailar en el principal teatro sanjuanino varias veces por año, de trabajar con reconocidos maestros, coreógrafos y bailarines; y de participar de grandes obras de manera rentada -en una palabra, de profesionalizarse- son parte de este crecimiento. Y de la mano, se van allanado otros caminos: empezar a ser profetas en su tierra y contribuir a desterrar prejuicios. Javier Conejero, Aníbal Caballero, Leandro Bustos, Raúl Manzano y Fernando Muñoz -elegidos para la próxima gran apuesta del TB, El Mesías, de Mauricio Wainrot- están entre quienes respiran esta metamorfosis, y desde ese lugar, junto a DIARIO DE CUYO analizan el presente de los bailarines en San Juan, en el Día Internacional de la Danza, instituido en homenaje a un precursor, Jean-Georges Noverre.


"El Teatro ha generado una linda movida y ha permitido una realidad distinta para nosotros", reconoce Fernando (31), que sigue bailando tango. "El hecho de que se hagan obras y nos requieran genera un cambio en la cabeza de los que bailamos, pensar la danza como algo profesional", agregó el también ingeniero que ya está haciendo carrera. "Yo me volví un poco por eso", confiesa Raúl (24), que vivió en Buenos Aires. "Pensé que con el Teatro algo iba a suceder, pero no me imaginé que iba a ser tan rápido. Y si bien creo que faltan muchas condiciones, agradezco estar bailando y siendo remunerado", acotó. "Cuando yo me fui éramos cuatro o cinco. Ahora somos más y veo una evolución muy interesante", sumó Lean (31), que pasó por el ballet del San Martín y para quien el TB brinda un impulso y mayor visibilidad; a la vez que la profesión es más valorada. Él es uno de los que abrevó en el ballet "de grande", luego de pasar por el folclore. También Aníbal (24), que arrancó con la bachata, y si bien al comienzo le daba vergüenza tomar clases con las niñas, al poco tiempo era uno más. 


Aunque no sea extensivo a todos, prejuicio es la palabra que empieza a tallar en el tema de la edad, vinculado con la sexualidad, otro tabú. "Acá la mayoría empezamos grandes y venimos del folclore y sí, tiene mucho que ver con los prejuicios. No es común ver a un niño en una clase de clásico, pero sí de tango o folclore, más socialmente aceptado al menos en San Juan. También tiene que ver con el desconocimiento de los padres, porque si me percibo como varón, voy a bailar como varón, donde sea", dice Raúl. Aníbal y Javier asienten. "Los hombres empezamos grandes porque no quieren mandar a sus hijos porque temen que sean gays, que tampoco está mal, pero bueno...", explica el primero. "A mi papá no le gustaba nada cuando empecé, pero ya se acostumbró. Ya fue a verme bailar al teatro y ahora le gusta lo que hago", se complace Aníbal. El "futuro no asegurado del artista", también pesó en el caso de Javier (30), sobre todo siendo varón. "Hay que remar con eso y con lo que la gente piensa", lamenta, pero siente que haber empezado grande le permitió encarar su vocación y crecimiento desde la madurez. 


"Por suerte está cambiando todo eso, porque todo hombre que quiera dedicarse a la danza toma clases de técnica porque lo necesita para cualquier lenguaje; y cada día hay más bailarines estudiando clásico y contemporáneo", asegura Raúl. "Además, como muchos estamos dando clases, es más normal que el varón vaya". 


Minoría en crecimiento, con más chances de quedar en una audición gracias a tener menos competencia que las mujeres -"aunque si no te da, igual fuiste", marcan entre risas- el quinteto ve su presente con buenos ojos. Y va por más. "¿Por qué no empezar a apostar más?", lanza Bustos. Formar una compañía en San Juan es el sueño común. "Nos permitiría ser los bailarines de alto rendimiento que ellos (el Teatro) quieren, con una dedicación que ahora no es posible", dice Raúl. Y confía: "El teatro es muy joven todavía, está procesando, arrancando...".


Nacidos del demi plié o del zapateo, viajados o no y con más o menos títulos en su haber, esta generación de bailarines sanjuaninos, de la mano del TB, está abriendo camino y escribiendo un nuevo capítulo en la historia del ballet en la provincia. Y aunque ni se percaten de eso, no es poca cosa. 

Preparación. A la par de las bailarinas y con las mismas exigencias, los varones toman las clases técnicas que les permitirán mejorar sus performances y aumentar sus posibilidades de participación en grandes títulos.

 

> Ellas dicen

 

  • Silvana Moreno

Directora Artística /Teatro del Bicentenario

Hay muchos varones que están trabajando y muy bien en San Juan; por ahí hay menos en la danza académica, pero va creciendo y se va sosteniendo. Los mismos bailarines que participaron, hayan quedado o no para un tipo de producción, vuelven y son seleccionados en otros proyectos; y los vamos conociendo y uno va viendo como en estos casi tres años, la evidencia de su crecimiento es el escenario. Eso es un orgullo para el Teatro, porque de algún modo es haber contribuido para que eso suceda. El Teatro llegó para quedarse, está brindando oportunidades concretas y necesita talentos, gente comprometida; así que les digo que estén presentes, que den lo máximo, que se superen. 


 

  • Victoria Balanza

Bailarina, maestra preparadora y asistente coreográfica 

La apuesta del Teatro siempre ha sido a promover el talento sanjuanino y creo que eso ha despertado en los bailarines el querer sumarse a sus propuestas, cada vez más exigentes. Lo que rescato es que no se amedrentan y tienen el deseo de seguir progresando. Estamos trabajando mucho con técnica de partenaire, cosas complejas que a mí me costaban siendo integrante del Ballet del San Martín; y ellos aceptan el desafío y van para adelante. La mayoría viene del folclore, hay conocimientos de la formación clásica y una rigurosidad que no tenían; y el esfuerzo que están haciendo es inmenso y valioso. Es muy lindo lo que está pasando en San Juan.