Daniel Isaacs es el autor de "Un hombre que hacía retratos", la flamante novela editada por Planeta que presentará en el Museo Franklin Rawson (ver aparte), donde hace dos años expuso su muestra fotográfica Map Faciem. En realidad, el que vino aquella vez fue su alter ego, el más conocido, Patricio Reig. Pero en definitiva, son dos formas de expresarse, de mirar y de plasmar de uno mismo: Patricio Daniel Reig Isaacs, artista. Arquitecto, aunque no ejerció, se dedicó desde siempre tanto a la fotografía como a la literatura; y también a la pintura; pero fue con la primera que, utilizando su primer nombre y apellido, irrumpió en el planisferio artístico. Y aunque escribió toda la vida, es ahora -"porque tenía una historia preciosa y el deseo de compartirla" dirá a DIARIO DE CUYO- que decidió sacar a la luz su otra veta, publicando su ópera prima como Daniel Isaacs. Casi como cerrando un círculo -o abriendo otro, quizás- este debut literario que trae a San Juan es a su vez una cumbre de algo más que sus dos pasiones, ya que el libro relata una historia vinculada con la fotografía y la ilustra en portada con uno de esos retratos que mostró en diferentes exhibiciones. Es un punto de encuentro de sus dos "yo". Y, como si fuera poco, también la comunión de los legados de sus padres, él arquitecto y aficionado fotógrafo, ella escritora, quienes abonaron ese camino de sensibilidades que empezó a desandar en aquel San Juan de los primeros '60, lleno de imágenes de infancia que se le metieron por los poros. Es que por razones de trabajo de su padre (quien trabajó nueve años para la facultad de Arquitectura), el autor que luego pasó por Colombia, hizo base en Barcelona -donde vivió tres décadas que dejaron su acento- y ahora se reparte entre Buenos Aires y Milán, nació en la provincia y pasó los primeros cinco años de su infancia en el Barrio del Bono, entre frescas acequias cantantes y arboleda generosa. Un San Juan con el que el autor se reencontró ya hecho un hombre, cuya cultura lo sorprendió gratamente y que -la sangre tira- eligió como una de las estaciones de presentación de su primer libro. 


- De vuelta, con otro formato...


- Es un cambio de lenguaje simplemente, al final todas las cosas van al mismo sitio...


- ¿A cuál?


- El espíritu, el alma, las ideas que uno tiene del mundo...


- ¿Y por qué la necesidad de expresar con otro lenguaje?


- Escribir he escrito siempre, ahora hace un tiempo relativamente corto estoy empezando a mostrarlo, pero ha sido parte de mi identidad, algo que me ha acompañado toda la vida; de modo que ahora lo he incorporado a mi manera de expresarme...


- ¿Y por qué con otro nombre?


- Utilizo mi segundo nombre y mi segundo apellido, que eran simplemente un nombre en el pasaporte, pero nunca hice uso de ellos. Daniel Isaacs estuvo presente como en segundo plano siempre, Patricio Reig adelante; y está bien que uno explote su propia identidad, entonces quiero darle una oportunidad a Daniel Isaacs, que también es parte de mí y es el que escribe. Somos la misma persona y muy colegas en lo que pensamos...


- No deja de ser curioso... 


- (Risas) Bueno, de hecho le pasa a mucha gente... Hay personas que trabajan en una oficina pero el fin de semana son deportistas, doctores que son artistas, gente que tiene otra virtud u otra manera de expresarse y mostrar lo que es...


- ¿Y se encuentran a menudo Patricio y Daniel?


- Todos los días. Pienso mucho en la literatura y mucho en la fotografía, nunca dejo de lado ninguna de las dos, para mí son parte de lo mismo...


- Ambos son lenguajes con los que, de algún modo, se pueden capturar momentos...


- Sí, es correcto; y como las preocupaciones de todo el arte dan vueltas alrededor de cuatro o cinco temas básicos, el amor, el desamor, la muerte, la amistad... y ahí está toda la literatura, está Quevedo, Márquez, y estamos nosotros también...


- Está la esencia humana...


- Exactamente. Y tiene que ver con venir a San Juan, que me hace inmensa ilusión. Lo inscribí en esta venida a Latinoamérica porque es donde nací y tengo mucho cariño por esta tierra, aunque la tenga lejana.


- ¿Qué le quedó de San Juan?


- He ido teniendo aproximaciones a San Juan. Cuando fue el terremoto de Caucete volví con mi padre, que quería mirar y analizar la destrucción de los edificios. Luego tardé más o menos hasta el 2000, que hice el primer viaje. Mis padres estuvieron muy integrados allí y cuando murieron, en Barcelona, sentí la necesidad de volver a incluir a San Juan en mi vida. Es como un tiempo cíclico, volver a ver ese Barrio del Bono donde aprendí a caminar y todo eso que fue parte de mi lenguaje...


- Era muy pequeño cuando partieron... ¿fue suficiente para marcarlo? 


- ¡Y tanto, muchísimo! Los primeros recuerdos que tengo en mi mente están bien claros en San Juan, los árboles alrededor de la calle, las acequias...


- ¿Y todo eso se plasma en su arte?


- Sí, todo va quedando en uno y es parte del bagaje que lleva durante su vida.


- Cuando regresó, ya con otra mirada y un ojo entrenado para mirar... ¿qué vio?


- Me sorprendió ver una gente muy viva. Cuando hice la exhibición había mucho interés por la fotografía, jóvenes que hacen grupos de investigación fotográfica. Incluso una noche salí a caminar y terminé en una jam session, y me hizo mucha ilusión ver que había gente tocando a Dizzy Gillespie, a Miles Davis... esto hace muy universales a los lugares, y en San Juan también se dan, al contrario de lo que se podría pensar... 


- El mundo se ha globalizado...


- Correcto, ya dejó de ser un mundo grande...


- Y en este mundo tan global, de selfies y lecturas de un minuto, ¿dónde queda lo romántico que puede tener una novela o una fotografía? 


- En mi novela de algún modo se quiere plantear el tema de la frivolidad de la fotografía, de la vanalidad en la que se ha convertido. Si bien estoy totalmente a favor de la tecnología actual, por otro lado también hay una cuestión con esto de no detenernos en la vida para mirar mejor a nuestro alrededor. Hay gente que está desconectada en este mundo, que van haciendo y haciendo, pero jamás para. Y ahí está la otra fotografía, más reflexiva, donde interviene la parte espiritual y conceptual, que domina a la técnica. Es entonces, creo, como una invitación a la reflexión sobre cómo deberíamos ir, más atentos a lo que está a nuestro alrededor. Y al final el paso será una vivencia muy distinta a la que tienes, ya sea en la literatura, la fotografía, la cocina o cualquier actividad humana. 


El dato


Isaacs presentará "Un hombre que hacía retratos" -novela situada en la India de mediados de siglo XIX, donde un joven descubre el arte de la fotografía- el martes 4 de septiembre a las 20 hs en el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson. Habrá un conversatorio junto a Alberto Sánchez y Daniel Gil. Entrada libre y gratuita.