En la cima de su carrera como bailarina, Victoria Balanza dio el volantazo y volvió a San Juan. A los 19 años se fue a Buenos Aires buscando esos horizontes que, para su nostalgia y la de tantos como ella, ni se perfilaban en su provincia. Y los encontró... o ellos a ella. Bailó 9 años en la compañía del gran Julio Bocca, con quien recorrió escenarios del mundo y quien, por ejemplo, la eligió para hacer junto a él Cruz y Ficción, una de las obras de su gira de despedida, que trajo al estadio cubierto en 2007.

Luego con Eleonora Cassano. Y en 2010 se sumó al Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, hasta hace poco bajo la dirección del prestigioso Mauricio Wainrot, quien a fines de 2015 la ascendió de primera bailarina a una categoría especial creada para ella y tres compañeros. Allí estaba cuando decidió poner punto a ese sueño que abrazó entre las barras del Studio Uno, las funciones anuales del Teatro Sarmiento y los interprovinciales de danza. La salud de su mamá, su motor y apoyo incondicional, fue el principal motivo. Y aunque fue difícil, era lo que le dictaba su corazón. Se despidió y armó las valijas nuevamente, más cargadas esta vez.

Y lloró. Sin embargo, a la par se fueron abriendo nuevos caminos. A los 38 años está de vuelta en "casa", con una realidad diferente que aún la sorprende y la llena de entusiasmo: el impulso que tomó la danza, de la mano del Teatro del Bicentenario. Además de dar clases en el instituto donde estudió, pasa largas horas como coreógrafa repositora de Traviata, ópera que debutará el 26 de abril en este coliseo donde también subirá a escena. Y con los ojos brillantes de proyectos y el alma en paz, la talentosa Vicky vuelve a soñar. 

 - Sorprende tu vuelta... 

- Es el cierre de una etapa, creo que era el momento, estando bien, con posibilidades físicas de seguir bailando, contenta con mi carrera...

- ¿Hablás de retiro momentáneo?

- Creo que sí. Ahora estoy con Traviata, trabajando en la parte coreográfica, pero también voy a bailar en el Teatro del Bicentenario, cosa que me llena de ansiedad porque es volver a bailar en mi provincia...

- ¿Qué te hizo tomar esa decisión?

- El año pasado atravesamos un año duro en la compañía, de pocas funciones, pocas nuevas producciones... Se fue Mauricio Wainrot, gran director y coreógrafo, y hubo un quiebre, fue un cambio muy grande para todos, un año difícil artísticamente. Y un tema personal muy fuerte, mi mamá, a quien le debo todo lo que soy... y a uno le empiezan a pesar otras cosas. 

- ¿Fue una elección clara?

- No, fue un año de transición, sentía que se estaba gestando esto y creo que en cada función me fui despidiendo... La última fue Estaciones Porteñas, hermosa, de Mauricio, en diciembre...

- ¿Ahí ya lo habías comunicado?

- No, nadie lo sabía porque ni yo sabía. Al principio es muy confuso todo y de a poco las ideas se van aclarando, pero no fue fácil. Fue después de una serie de eventos con mi mamá, dije "ya está".

- ¿Y qué te dijeron?

- Andrea Chinetti y Miguel Elías, actuales directores, agradecieron mi trabajo, mi compromiso, me dijeron que era un elemento importante y que me iban a extrañar; y les agradecí mucho sus palabras. Después fui a despedirme de mis compañeros, que tampoco sabían, y delante de la compañía los directores también tuvieron palabras muy hermosas, y mis compañeros me aplaudieron, les agradecí haber compartido todos estos años, fue muy emocionante... 

- ¿Intentaron retenerte?

- Sí, me dijeron que me tomara una licencia, pero le dije a la dirección que no quería ocupar el cargo que podía ocupar una chica que recién está empezando y que puede darle a la compañía todo lo que yo en algún momento le di, mi tiempo, mi esfuerzo, mi dedicación, mi pasión... 

- Y te fuiste... 

- Saqué todo del teatro, mi ropa... fue muy triste pero sabiendo que empezaba una nueva etapa. ¿Sabés? La misma adrenalina y garra que sentía para entrar a una compañía, la siento ahora para emprender una acá, o una escuela... 

- ¿Es un objetivo que tenés?

- Por supuesto y lo voy a cumplir. Tengo el deseo enorme, la necesidad, la obligación moral de hacerlo...

- Por lo pronto, Traviata. Primera vez en un trabajo así. ¿Cómo sos del otro lado? 

- ¡Muy exigente! Porque así soy conmigo, muy apasionada, me gusta que salgan las cosas perfectas. Quiero que trabajen con cabeza de profesionales, que su tránsito por la danza sea un 100% de compromiso, que capitalicen todo. Me gusta mucho lo que estoy haciendo. Siempre quise transmitir todo lo que aprendí, mis experiencias en el escenario, con los maestros y coreógrafos que pasaron por mi carrera... Sabía que, al momento de volver, quería transmitir lo que viví a las generaciones que vienen; y estar de este lado sirve. 

- Volvés a un San Juan diferente para los bailarines...

- Sí, ha cambiado mucho, hay ganas de crecer y está todo por hacerse. Pienso en mí cuando estudiaba y me tuve que ir, no porque quisiera, porque amo San Juan y siempre extrañé mucho, pero no tenía la posibilidad... Me pienso hoy chica ¿y sabés la ilusión que sería esto? 

- Antes sólo tenían la función anual del instituto...

- ¡Y no había más! Y de repente tenés cuatro o cinco producciones que necesitan gente... Creo que hay que seguir adelante y desde mi lugar voy a pelear para que se de, para hacer ver que se necesita una compañía en San Juan. Cada vez que entro al teatro se me llenan los ojos de lágrimas, por todo lo que significa para mí. Igual no reniego de lo que viví, porque fue una experiencia increíble. 

- ¿Extrañás algo, la vorágine, por ejemplo?

- No, porque tengo mucha vorágine acá también. No extraño la ciudad ni la vida de allá, sí me encanta visitar a mis amigos y lo voy a seguir haciendo; y si me invitan a bailar iría feliz. 

 - ¿Y el aplauso?

- No. Sí el escenario, pero no por el aplauso, sino porque me conecta con algo muy personal, es un momento único, mágico. Ese es el lugar, por ejemplo, donde yo me conecto con mi papá, donde lo siento cerca. Extraño desde ese lugar, no desde el ego del aplauso. Pero va a estar... 

- ¿Cuál es tu mayor capital hoy?

- Las experiencias, en las dos compañías. En la de Julio, con los coreógrafos y los bailarines con los que bailé, verlo a él trabajar, es un ejemplo de profesionalismo, a lo que apunto. Y con Mauricio, la oportunidad de bailar obras de él... que armen sobre uno es un honor, sentirte un poco su musa. Él fue muy generoso conmigo. 

- ¿Te quedó algo pendiente?

- No. Me siento muy plena. Claro que me hubiera gustado bailar obras de Nacho Duato, Jirí Kylián, Forsythe, pero no es una frustración. Estoy muy bien, sabiendo que tengo a mi mamá cerca, a mis amigos, a mi familia... y mis amigos de Buenos Aires están muy cerca y me apoyan...

- ¿Y qué Victoria nos devuelven esos casi 20 años?

- ¡No lo sé! (risas) La estamos descubriendo...