"No, no puede ser, esto no es para mí, se han equivocado…" fue lo primero que pensó el 5 de octubre pasado, cuando le llegó el certificado que le anunciaba que había quedado preseleccionada para el Prix de Lausanne. Casi como un regalo para sus 15 años, que cumplió en agosto pasado, Valentina Kuchen es una de los 10 finalistas de Sudamérica (un varón y nueve chicas, todos de Argentina y Brasil) que quedaron a un paso del prestigioso concurso internacional de ballet para nuevos talentos. Anual y con sede en Suiza, es -suele decirse- el "trampolín para aspirantes a estrellas". La joven bailarina sanjuanina -que tras un 2019 como becaria, rindió y hoy es alumna regular del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (donde cursa 5to año)- tardó minutos en reaccionar. Finalmente, la sorpresa trocó en un torbellino de emociones compartidas con la familia y, a la distancia, con su maestra preparadora. No era para menos.
"Desde chica siempre soñé con el Prix de Lausanne, miraba fotos, videos, todo, porque para mí es enorme, una competencia muy importante que te lleva a escuelas reconocidas internacionalmente. Los directores de las escuelas más importantes del mundo asisten a la competencia y ven a los candidatos… Es difícil y a la vez muy importante", comentó a DIARIO DE CUYO Valentina, quien debido a la pandemia, y como el resto de los concursantes, compitió a través de un video, donde debía mostrar barra, centro, trabajo de puntas y variación de danza contemporánea.

"Fue una idea de mi maestra de la Escuela Ballet San Martín, Bárbara Yacovone, que me ha preparado para muchos concursos. Además del Colón, tomo clases ahí y otras particulares porque siempre necesitás más entrenamiento, al menos para mí es así. Bueno, estuvimos preparando todo de acuerdo al reglamento y grabamos cuatro chicas y un chico (NdeR: otra chica del estudio también quedó preseleccionada). Ellos pudieron grabar allá en el estudio. Yo estaba en San Juan y no pude grabar en sala porque justo fue cuando volvimos a Fase uno, así que lo preparamos en casa: pusimos cortinas, tapamos la chimenea, corrimos los sillones y arreglamos todo para grabar. Luego editamos, llenamos formularios y mandamos", cuenta Valentina, que tomó esta incursión con tranquilidad, como una experiencia en su ascendente camino, que ya la ha llevado a competir en otras latitudes, como su país de origen, Alemania (nació en Braunschweig) y Estados Unidos.
"Yo estaba segura de que no iba a quedar, porque siendo para toda Sudamérica… Son muchísimas personas y además compiten Brasil, Chile, México, Uruguay, que tienen muchos bailarines con mucho talento, así que para mí era imposible. Pero dije ‘lo voy a intentar igual’, porque valía la experiencia", señaló la aspirante local, que continúa tomando todas sus clases de ballet vía Zoom, cursando el secundario online (en una escuela de Buenos Aires para deportistas y artistas de alto rendimiento, que tiene convenio con el Colón) y estudiando inglés y alemán.
Si bien no quiere adelantarse a los hechos -a fines de este mes se sabría el veredicto-, llegar a esta instancia sólo hace que se comprometa aún más.
"Estoy enfocadísima en prepararme y mejorar técnicamente. Uno siempre busca limpiar la técnica y concentrarse en lo que tiene que mejorar, porque esto es algo progresivo y constante… Y bueno, a esperar el resultado, veremos", comenta la bailarina, quien asegura que si se diera la posibilidad de llegar a Suiza y desde allí seguir rumbo internacional, no lo dudaría.
"¡Me iría, es lo que todo el mundo sueña y lo que yo haría! Yo sueño con ser primera bailarina de una compañía europea importante", expresa la desenvuelta quinceañera, que admira a Marianela Núñez (figura del Royal Ballet) y que dice que San Juan le dio buenas bases para poder avanzar.
Estímulo en su entorno no le falta; y lo agradece. "Valoro muchísimo cómo nos adaptamos mi familia y yo, cómo nos apoyamos el uno al otro", remarca. Es que, afortunadamente, la familia completa pudo acomodar los tantos y trasladarse a Buenos Aires cuando ingresó al Colón. "Somos un equipo y cuando salió esa posibilidad y hubo que tomar una decisión, no dudamos en acompañarla. En función de nuestras posibilidades, siempre vamos a hacer todo para seguir adelante", señala su papá Ernesto, investigador del Conicet, quien el año pasado iba y venía mientras Victoria (8) y mamá -Belén Guzmán, licenciada en Administración que trabaja en la UNSJ y que ya formó el espacio "Mamá en puntas", para aconsejar a mamás de estudiantes de ballet- adaptaron sus vidas a la Capital. Saben que vale el esfuerzo.
"Lo que más me gusta de bailar es que ponés música y chau… podés expresar lo que quieras. Con cualquier sentimiento que tengás, armás una coreografía. Podés expresar, sentir cosas diferentes… A mí la verdad es que me encanta bailar. Nunca se me pasó por la cabeza hacer otra cosa", define Valentina.
El concurso
Creado en 1973 en Suiza, el Prix de Lausanne es un concurso de ballet para jóvenes bailarines de entre 15 y 18 años de todo el mundo. Su objetivo es descubrir, promover y apoyar a los mejores talentos, quienes se muestran ante un jurado de personalidades de la danza, de renombre internacional. El certamen abre las puertas a las mejores escuelas y empresas del mundo mediante la concesión de becas.

