La proclamada "Princesa del pop", Britney Spears ofreció un impresionante espectáculo para sus fans en Argentina que esperaron más de 10 años para verla en vivo. Sobre el escenario se desplegó un show que dejó convertido al estadio único de la Plata en una discoteca gigante que albergó unas 30 mil personas. En opinión de los críticos, los gustos musicales de Spears no son los mismos, porque el trabajo realizado en "Femme Fatale" su última producción discográfica, está basado en un pop electrónico ideal para escucharlos en una disco o en un gimnasio.

Si bien no es aquella la lolita de los "90, la cantante se paseó a lo largo del show con una malla de strapless plateado, body rojo y negro, con una bikini dorada y después con un coqueto pequeño short de jean, que dejó satisfechos a los padres de miles de adolescentes que gritaron toda la noche. La estrella estuvo acompañada por un notable cuerpo de bailarines y un par de músicos, que estaban al mando de teclados, sintetizadores Mac"s y laptops.

La idea del concierto fue meter al público en una película donde Britney es perseguida por un acosador despiadado, pero también por paparazzis y la prensa amarilla. La noche tuvo su clímax cuando Britney subió a un espectador al escenario, Alfonso, que vio cómo su ídola y sus bailarinas se movían seductoramente a su alrededor hasta quedar atrapado por las piernas de Spears. En el final, la princesa recargó las baterías del público con "I wanna go" y "Womanizer". Sin embargo, en el bis, Britney emergió vestida como una geisha con un kimono corto e interpretó "Toxic", mientras los bailarines se veían como ninjas fashion, luciendo largas lanzas. En la despedida, los fans aullaron con todo en una explosión de fuegos artificiales y papelitos picados plateados que cayeron por todo el estadio. La primera noche de Spears con los fans argentinos había llegado a su fin.