Grandes sonrisas se dibujarán hoy en las caritas de los niños que tengan la dicha de descubrir los regalitos que Melchor, Gaspar y Baltazar les dejaron junto a sus zapatitos en su fugaz paso por sus hogares. Una fecha especial sin dudas que los adultos también disfrutan y mucho, no sólo como activos cómplices de los Reyes Magos -ayudando a los pequeños a escribir las cartitas, a que preparen el pastito y el agua para los camellos (¡y algo para los atareados Reyes también, por supuesto!) y a que los niños se vayan a la cama temprano-, sino además rememorando sus propias vivencias de esta luminosa celebración, sus obsequios más preciados y las anécdotas que los envuelven. De hecho, y aunque no son tantos, hay varios que aún guardan aquel regalo de Reyes que marcó un antes y un después en sus vidas, por distintas razones. No importa si fue costoso o barato, sino la huella que dejó en ellos... y que con el tiempo fue tomando forma de sonrisa. Sole Richarte Guidet, Ana Belén Toledo, Eduardo De Cabrera y Alberto Velasco -conocidos protagonistas del ambiente artístico sanjuanino- son cuatro de esos contados ejemplares que todavía conservan algunos de esos tesoros que les obsequiaron los Reyes y que, a invitación de DIARIO DE CUYO, aceptaron mostrarlos y compartir las historias que encierran.

Explorador del antiguo Egipto

"Hace 50 años fue el último regalo de Reyes que recibí en aquel arbolito de navidad de mi casa natal, al que había que subirse a una silla para poder ponerle la estrella en la punta. Sería el '71 o '72, al despertar del 6 de enero encontré ese libro inmenso como regalo de los Reyes. Y más allá que para entonces sabía cuál era la realidad de esa misteriosa magia, me asombré intensamente por dos motivos: Primero el recibir algo que me fascinaba tanto como poder leer y ver fotos sobre el Egipto antiguo y sus momias. Y segundo, darme cuenta que el regalo ya no era un juguete, lo cual indicaba que estaba creciendo", contó Alberto Velasco, músico y arreglador, quien cuando embaló todas sus cosas para venir a San Juan desde Buenos Aires, no se olvidó del "hermoso" libro con el que tantas aventuras vivió: "Dioses, Tumbas y Sabios". "Lo releí mil veces. Fue conmigo en cada mudanza y hasta el día de hoy se lo sigo mostrando a mis nietos cuando preguntan algo sobre las momias que aparecen en las películas de aventuras; es como una prolongación de aquella alegría de mi infancia. Yo imagino que por ahí ellos también soñarán como soñé yo, en llevar adelante esas aventuras", dijo Alberto. Y agregó: "Además de haberme instruido en cosas tan apasionantes como la Egiptología, me quedé vinculado a él eternamente... No sé si fue por ser el último regalo de los Reyes, por ser un tema que adoraba o por ser el recuerdo tangible del Rey Mago que me lo dejó".


El gusto por la lectura

"Guardé este libro porque fueron mis últimos Reyes Magos, en el año 1992, cuando yo cumplía 11 años", contó Eduardo de Cabrera, músico y cantante, exhibiendo con orgullo sus "Cuentos de ayer y siempre". "En parte era una época donde había que recibir lo que los Reyes te podían dejar, porque la cosa en casa estaba complicada... Un año anterior me habían traído un Family Game, pero ese año llegó ese libro y fue especial, porque fueron los primeros cuentos que leí desde el principio hasta el final, los que me indujeron a la lectura, los que me hicieron leer un libro completo por primera vez y motivaron en mí esa constancia para leer. Ese libro me llevó a eso", agregó el artista sobre estos cuentos infantiles, entre cuyas historias y personajes, se colaban varias enseñanzas. "A mí me encantó y lo cuidaba mucho, yo siempre cuidé mis cosas. Ya grande, cuando me fui de la casa de mi madre, ella lo guardó pensando que algún día podría ser para sus nietos. Y fue increíble porque después de un tiempo, en una visita a su casa, me lo dio. Hoy en día lo tienen mis dos hijos y lo hemos releído juntos también con mi mujer y les gusta muchísimo. En casa de mi mamá era costumbre leer, mi mamá leía muchísimo; y esa costumbre es lo que les va a quedar a ellos, tanto de mí como de mi mujer", agregó Eduardo, quien se ocupó de restaurar un poquito el libro para que pueda resistir el paso del tiempo... quién dice, quizás una generación más. 


Mil vueltas con amigos

"Ahora les preguntaba a mis papás y sacando la cuenta, a esta calesita que amo me la deben haber traído los Reyes cuando tenía 4 añitos. En diciembre cumplí 40 y me acuerdo cómo jugaba, ¡hasta fotos tengo!", rememoró Ana Belén Toledo, cantante y gestora cultural. "Como yo soy única hija, la llenaba de muñecas, de bebotes y de peluches, que eran mis amigos, y así jugaba. También los sentaba ahí y los dirigía tipo coro. ¡Ahí me armaba las tardes de diversión!", agregó la también comunicadora, que recuerda muy bien de dónde vino el gusto por ese juego que ahora disfruta su hijo Misael, al igual que una bici y una hamaca que supieron obsequiarle hace años. "Mis padres me festejaban los cumpleaños en la calesita que estaba en la Av. España y parece que en una cartita pedí una calesita como esa, no sé si cartita escrita por la edad, pero tal vez algún dibujo hice. Como claramente no podía ser esa calesita, bueno, los Reyes Magos me trajeron la típica, que también era una novedad", explicó. "Con el sol se ha descascarado un poco la pintura, así que ahora hay que pintarla, pero ahí está todavía para darnos unas vueltas", se explayó Ana Belén, que confiesa que, como su papá tenía un polirrubro en Rawson, con los años empezó a escribir las cartitas según los juguetes que allí veía. "No conservo muchas cosas porque si están en buen estado me gusta regalarlas, pero sí guardo cosas que han sido muy significativas y la calesita es muy especial", subrayó nostálgica. 



La compañía favorita

"La espumona con pelos de lana y cuerpo de trapo fue un regalo que los Reyes Magos me dejaron en casa de mi mamá, creo que fue el último, cuando yo tenía 10 años. Ahora tengo 45, ¡así que imaginate cuántos años tiene! Yo me había enamorado de esa muñeca, me encantaba y le secaba la mente a mi mamá todos los días, se la venía pidiendo desde mi cumpleaños, así que seguro se la pedí también a los Reyes cuando hicimos con mis hermanos la cartita, siempre pedíamos una sola cosa", recuerda risueña Sole Richarte, diseñadora y emprendedora, que también despunta el gusto por la actuación. "Mis padres son divorciados y esa fecha la pasábamos con mi papá en Mendoza, así que era la ansiedad de volver y ver qué nos habían dejado los Reyes acá también. ¡Cuando llegué aquel año y vi esa muñeca casi me muero! Dormía con ella, iba a todos lados con ella, le hacía ropita, le ponía ropa mía... Deseé y cuidé tanto a esa muñeca que cuando crecí la guardé, pensando en que en un futuro podía ser de una hija, pero no tuve hijos, así que en algún momento la regalaré, como un recuerdo muy valioso para mí. Todos los años la saco, la reviso, le pongo lavanda y antipolillas y la vuelvo a guardar", contó Sole, que mantiene intacta a la esponjosa Pupé, tal como la bautizó y consta en el DNI que le hacía a todos sus muñecos. La muñeca que tan feliz la hizo en su niñez y, ahora rellena de maravillosos recuerdos, también hoy.