‘Busco refugio en Jesús porque noto que en la tierra que piso todo tiene dueño, hasta la sombra del un árbol tiene dueño! Es una pedrada en el alma, donde Cristo a diario debe restañar las heridas para que no me sienta solo… Me tiende una mesa blanca de esperanza… derramando amor sobre los platos que serán una fiesta para cuando Él llegue… Ojalá que sea pronto… porque el mundo en que camino nadie se arrepiente… la desazón invade todo el aire y la palabra amor se hace polvo por la boca… Ojalá que sea pronto verlo entrar por la puerta de mi alma y perderme en la luz de sus heridas!! (sic)’. El autor de este escrito es Eduardo Troncozo, cantautor folclórico nacido en San Juan hace 62 años. Él mismo se lo pasó a su hermano y colega Gustavo, para que lo publicara cuando su final, que sabía cerca, rondara su puerta. Y así lo hizo Gustavo, cuando desde Buenos Aires -donde estaba radicado hace años e internado desde el 1 de marzo por un cáncer de vejiga y huesos al que dio batalla todo el 2015- le avisaron la semana pasada que había empeorado y no quedaba nada por hacer. El sábado último por la noche, el tercero de los hermanos Troncozo, nacidos en el seno de una familia humilde, amorosa y guitarrera, se fue de gira.

Sus tres hijos, fruto de dos parejas (Martín que llegó de Italia, Andrés que viajó desde Uruguay, y Tomás), su mujer Meneca, hermanos, familiares y amigos acompañaron los últimos días de Eduardo, quien trabajó como decorador de vidrieras. ‘Era el mejor -enfatiza Gustavo-. Grandes marcas buscaban su servicio, sobre todo entre el ’86 y el 2001, Cacharel, Christian Dior, Givenchy, Kenzo, por ejemplo’. Sin embargo, ese ‘prestigio’ en lo laboral no fue el único. El poeta y cantor que le compuso al paisaje y al amor, cuyo primer éxito fue Cueca del vino nuevo -a la que siguieron otros como La bien amada, Cómo no amarte San Juan, Provincia de San Luis y Cogollos del alma, entre más de 200 composiciones-, dejó este mundo disfrutando de su música y del reconocimiento de sus pares en todo Cuyo, al que le cantó siempre y donde es elogiado por sus letras. De hecho, en 2014 fue distinguido por su labor en el Congreso de la Nación, donde ante la emoción de todos expresó: ‘La tonada es así, emocionante’. Reconocimiento en vida que valoró tanto como aquel aplauso caluroso que recibió en la que sería su última actuación, el año pasado en el Canta Cuyo de Villa Mercedes, San Luis.

Pero también el hombre se elevó con su alma abrazada de amor y recuerdos, que por igual dejó en los suyos, convertidos en anécdotas que hoy se resignifican y dibujan sonrisas, más allá del dolor por su partida.

‘Era extrovertido, divertido… nos enseñó a ser felices y a hacer lo que nos gusta… a amar hasta las últimas consecuencias, a vivir cada día como si fuera el último, a leer mucho, mucha poesía, a escuchar música de la buena. Él se paraba a mirar el atardecer, amaba el viento Zonda y el buen vino… iba a pescar al mar de noche sólo para ver el amanecer. Buen padre y muy trabajador, recontra cariñoso. Puedo estar días enteros hablando de él’, lo dibuja Gustavo en charla con DIARIO DE CUYO. ‘El mejor amigo, compinche piola, zorro pícaro y buena gente por donde lo mires’, agrega; y cuenta una de las tantas que les hizo a los compadres del Fogón Cuyano (amigos de fierro que se movieron para ayudarlo durante la internación): en cuclillas, al pie de las bolsacamas, en un campamento cerca de Pedernal, los fue despertando a cada uno con una tonada. ‘Por esas cosas es el cariño de la muchachada… esas cosas son inolvidables’, valora su hermano, que se dio el gusto de cantar por primera y última vez en público, junto a él y a Martín (el primogénito de Eduardo, quien siguió sus pasos y con quien Gustavo ya había hecho dupla), en diciembre de 2014 en el Auditorio Juan Victoria, que en algún rincón guarda un eco de su voz.

‘Cuyo está de luto. Dios te reciba con los brazos abiertos compadre’. ‘Buen viaje cuyano cantor’. ‘Un poeta llegó al cielo’. ‘ Vivirá por siempre en sus canciones’. ‘Los que llegan al corazón de la gente jamás mueren’, fueron algunas de las frases que se multiplicaron por las redes sociales desde que trascendió la lamentable noticia. Afecto que continuará expresándose hoy, cuando el cuerpo de Eduardo regrese a su tierra, a este San Juan que lo inspiró, del que nunca se fue y que lo cobijará en su eterno descanso.