La muerte de Juan Carlos Saravia, el viernes pasado a los 89 años por el deterioro de su salud, vistió de luto al folclore que llora la partida del fundador de Los Chalchaleros, uno de los más emblemáticos grupos de Argentina. Tras ser velado en la casa de sepelios Del Libertador hasta pasado el mediodía, ayer, el cantante recibió su último adiós en el cementerio Jardín de Paz. 


Ícono del canto folclórico, el cantor nació el 14 de mayo de 1930 en la capital salteña y con 18 años debutó al frente de Los Chalchaleros, conjunto que encabezó hasta su disolución en 2002, con la que estuvo en el primer Festival de Cosquín en 1961 junto a Víctor Zambrano, Carlos Franco Sosa y Aldo Saravia, sus miembros originales; y lo ganó en 1968 con Ernesto Cabeza, Polo Román y Pancho Figueroa, como compañeros.


Facundo, su hijo que también fue parte de la decena de músicos que pasaron por los "Chalchas", lo recordó en Twitter como "un hombre sencillamente maravilloso, que nunca se animó a ser un gran artista, para no olvidarse de seguir siendo gente".


En las redes, también se pronunciaron músicos, cantantes y funcionarios, como la flamante directora de Radio Nacional Folclórica, la cantante y autora Mavi Díaz, que colgó en Twitter: "Descansa en paz, querido amigo y compañero". En tanto que Soledad Pastorutti, escribió: "Tu canto Chalcharero sonará para siempre en nuestros corazones. Gracias por tus consejos, tus valores y tu arte". Y la cantautora y ex Ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi, expresó en Facebook: "¿Mueren acaso los que han sabido llegar al corazón del pueblo? No, siguen allí con su arte, inalterables y queridos para siempre", remarcando que su "timbre único e inconfundible creó un estilo dentro del canto popular que jamás encontrará olvido". Asimismo, el Chaqueño Palavecino lo homenajeó en la madrugada de ayer, en el Festival Nacional de Doma y Folclore de Jesús María, donde el público despidió con un efusivo aplauso al primer y último líder de la agrupación que a lo largo de 54 años fue insignia de la música nativa y un faro para que la producción estética salteña se incorporara al mapa sonoro argentino.