Que alguien llegue con unas pizzas o una bolsita de remedios a un domicilio, ya no extraña a nadie. Sin embargo, que el delivery sea de un puñado de cinco o seis canciones, interpretadas en vivo y en directo, es otra cosa. Montado en su bici y con su guitarra a cuestas, Fabricio Montilla ya echó a andar su "Delivery Musical", un reparto bastante particular, pariente lejano de las viejas serenatas, a través del cual el músico y cantautor va al lugar pactado de antemano para desgranar quince minutos de música, propia (del disco El mundo está lleno de pájaros, que saldrá en agosto) y también algunos covers (Melero, Gabriela Epúmer, Ramones, Todos tus muertos, Cerati, entre otros); en ambos casos elegidos por el cantautor. Sólo si lo desea, el que lo pide o el destinatario puede entregar a cambio un "pago simbólico y/o material", ya que como él mismo subraya, el proyecto es totalmente gratuito. Y aunque parezca una propuesta de lo más insólita en este siglo XXI, Montilla -que estudió Musicoterapia en la UBA e Instrumentista en la Escuela de Música Popular, en Buenos Aires- ya tiene 40 pedidos en agenda y el primero se concretará mañana, en un centro de yoga.

"Que yo sepa, es la primera vez que se hace, no conozco antecedente de esta experiencia en ningún lugar. El porqué tiene que ver con lo feliz que estoy con mi repertorio actual y el deseo de tocarlo mucho por todas partes. Claro que también es un tipo de experiencia artística íntima, que conlleva un sin fin de situaciones que me interesan vivir como persona; para mí es un placer conocer personas por medio del arte también. La principal motivación del proyecto es la de ser parte de un hecho musical en un contexto donde intérprete y escucha están unidos por el deseo de que ese hecho suceda", comentó a DIARIO DE CUYO Montilla, escritor, editor del Pájaro Cartonero, docente de clown, actor y director teatral.

"El mismo día que descubrí el deseo de llevar adelante este proyecto delirante, terminé tocando adentro de una pileta vacía para 30 personas, la segunda fue alrededor de una pileta llena para 50 personas", recuerda Fabricio dando una idea de cuáles son los puntos de reunión posibles, que van desde la cocina de una casa hasta un hogar de ancianos. "Asilo, hotel, psiquiátrico, cárcel, internado, escuela, centro cultural y algunos lugares de trabajo" están incluidos, precisa quien participó en "La Antena", banda sonora compuesta por Leo Sujatovich para la película homónima, del director argentino Esteban Sapir premiada con el Clarín 2008 a Mejor banda sonora para cine. "Lo más importante es el silencio y la disposición que pueda haber mientras el concierto sucede", remarca entusiasmado con la original iniciativa.