"¿Te gusta?' le preguntó Dayana, de unos 5 o 6 años, a otra nena un par de años mayor, sentada al lado suyo en el palco bajo. Con los colores que desde el escenario se reflejaban en sus caritas, asintió rápidamente y volvió sus ojitos a la obra, muy concentrada. Y sí, había mucho para ver en esa casi hora que dura "El Gato con Botas', la primera ópera para chicos que llega al Teatro del Bicentenario, en coproducción con el Teatro Colón; y que conjuga maravillosamente música, voces, actuaciones y una puesta para sacarse el sombrero. La encantadora propuesta del coliseo sanjuanino (que ayer tuvo su ensayo general, en presencia de pequeños de escuelas, comedores y merenderos de diferentes departamentos, en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Humano) debutará esta noche y repetirá viernes, sábado y domingo con entradas agotadas; un acierto rotundo en pleno receso escolar. 


Basada en el cuento de Charles Perrault, narra en clave de aria y en cuadros sucesivos la historia de un humilde molinero que gracias a la tremenda astucia de un gato -que desdeñosamente recibe como herencia- se convierte en el Marqués de Carabás, toma los aposentos de un engreído y beodo ogro; y finalmente se casa con la hija del Rey.


Si algún pequeño no conoce el cuento (sería bueno que sí) o, como sucederá en la mayoría de los casos, es su primera experiencia con el género; no hay problema. Es que todo se combina -nada azarosamente- para poder seguir la trama, planteada para mayores de cuatro años. La Camerata San Juan (dirigida por César Bustamante) no sólo refuerza el decir de los cantantes, sino que marca claramente los climas de la historia, objetivo al que también aporta una escenografía ágil (incluso con animaciones); sin contar el vestuario y la utilería, uno mejor que el otro. Con importante y lograda dosis de actuación, los destacados solistas del Colón junto a los bailarines locales son otro engranaje que funciona perfectamente. Y si algo quedó en el tintero, los más grandecitos no tendrán más que leer el sobretitulado.


Para Dayana, como para el resto de los chicos que ayer disfrutaron del ensayo general, era su primera vez en este teatro, donde aplaudieron hasta que les ardieron las manitos. Ni hablar cuando los protagonistas bajaron a la platea (lo ideal hubiera sido que no salieran de sus personajes, para conservar la magia)... Fascinados -y como seguramente harán los que concurran desde hoy- se sacaron fotos con la dulce princesa, el despistado Rey, el falso Marqués, el gato y cada integrante del cuento. 


Más allá de las idas y venidas al baño, de los cuchicheos y las distracciones (niños al fin, que con paciencia y constancia aprenderán a disfrutar otro tipo de shows); si la magia de este gran espectáculo toca el corazón de, aunque sea, uno solo de ellos, ya valió la pena.



Fotos: Marcos Carrizo