"Si yo pudiera vivir como bailarina, lo haría sin dudas" dijo con ilusión a DIARIO DE CUYO en el 2000. Por entonces, la niña que empezó a estudiar danza gracias a su mamá (la ex bailarina Julia Collado) y a un ballet ruso que la enamoró por TV, ya era una brillante alumna del Studio Uno que descollaba en los certámenes de danza por su técnica y su sensibilidad. Estudiante de publicidad, empleada de la Dirección Provincial de Informática, había estado becada en Bueno Aires y en Francia, pero los caminos no terminaban de abrirse para ella, sin los recursos económicos para sostenerse afuera y en una provincia por entonces con poquísimas oportunidades para los bailarines. Pero Victoria Balanza nunca se rindió. Hoy, a sus espléndidos 41 años, está a punto de retirarse, por elección propia y con un importante palmarés en su haber. Convertida en la bailarina local que más lejos llegó después de María Ruanova en la década del '30, Vicky pudo cumplir su sueño y más. Con humildad, talento, compromiso y entrega, integró la compañía del gran Julio Bocca, quien supo elegirla como coequiper; y también la del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, por muchos años dirigido por Mauricio Wainrot, reconocido creador de "El Mesías" que hoy debuta en el Teatro del Bicentenario -ver aparte- y quien creó un cargo especial para ella; dos pilares de su trayectoria. Feliz con lo vivido, decidida a dar el próximo paso y ahora con un nuevo sueño: estar al frente de una compañía; hoy y mañana bailará profesionalmente por última vez. 
 
- ¿Decisión tomada?


- Sí, es así (risas). No es fácil, pero creo que es el momento, por la edad y por diversas lesiones que tengo; y porque creo que es el momento de darle lugar a la generación que viene atrás, con la vitalidad que yo tuve. No es que no la tanga ahora, pero cada vez cuesta más.


- Tu etapa profesional fue afuera, te hemos disfrutado poco en San Juan... 


- Sí, pero juro que estoy feliz con la decisión, que sea con El Mesías, dirigida por Mauricio, en San Juan, en este teatro maravilloso y que del otro lado estén mi familia, mis amigos... Juro que me siento plena.


- ¿Qué te dijeron Mauricio y tu entorno?


- Mauricio me dijo que me deje de jorobar con esto, que el año que viene vuelve y me va a poner a bailar (risas). Y mi familia igual, que cómo me voy a retirar, que soy muy joven, que me vieron tan poco aquí... pero ya no hay nada que me pueda convencer de lo contrario. 


- ¿Más aliviada?


- Más bien es el cierre de una etapa que disfruté al mil por ciento y quiero tener ese recuerdo y sentirme feliz como me siento, con la carrera que hice. Cuento una intimidad: estoy yendo a kinesio todos los días para rendir todo en el escenario y es lógico: yo antes entrenaba ocho horas por día y acá no puedo hacerlo, porque doy clases, porque me ocupo que los bailarines tengan su entrenamiento, hago asistencias, entonces es muy difícil estar en estado físico óptimo como a mí me gusta subir al escenario. Sé que me va a costar, porque amo esto, bailar es mi pasión, pero también siento que hoy puedo aportar mucho más desde el otro lado. 


- Enseñar lo que aprendiste...


- Claro, en San Juan hay mucho talento y por ahí ese es el aporte que puedo hacer, brindarles otro tipo de exigencia, otra manera de trabajar y de encarar esto que ellos aman como yo. 


- ¿Bocca y Wainrot fueron los pilares de tu carrera?


- Absolutamente. Julio me formó profesionalmente, me dio otra madurez escénica, recuerdo la primera función que hice con él, cuando bailé con él, los viajes, su despedida... Y cuando empecé en el San Martín y todo lo que pude hacer con Mauricio, que es muy especial, un gran guía... Son inolvidables. 


- ¿Como bailarina quedaron materias pendientes?


- En algún momento te dije que cuando empecé a bailar mi sueño era estar en una compañía. Cuando entré a la compañía de Julio fue lo mejor que me pudo pasar, lograr ese deseo. Ni te digo lo que fue bailar en distintos teatros, viajar, conocer coreógrafos, maestros, bailarines... Entonces para mí, todo lo que vino después fue un regalo. Me siento plena con todo lo que hice. 


- ¿Llegar a esta decisión fue un click o un proceso?


- No es de ahora. Dejar la compañía del San Martín fue el inicio de la despedida. Yo sabía que iba a pasar esto de no tener el tiempo para ocuparme de mí, entonces fue el primer paso para la decisión definitiva. El año pasado le propuse a Silvana que se hiciera esta obra porque había visto mucha evolución de los bailarines, consideré que estaban preparados y lo planteé como una despedida, porque ya me quería retirar. No se pudo, se pasó para este año y bueno, es la oportunidad, dándolo todo con la coreografía de Mauricio que es dificilísima. Es el mejor momento y me siento súper bien.


- Cuando dejaste el San Martín lloraste. ¿Y ahora?


- No. Me parece que me voy a llorar todo cuando terminen las funciones (risas). Ahora estoy viviendo todo muy feliz, porque además el grupo humano que se ha armado es muy hermoso y eso también sostiene... aunque no sé lo que me pueda llegar a pasar en el momento. Yo vivo este retiro como un regalo: me siento muy agradecida de que Silvana (Moreno) y Eduardo (Savastano) -directora artística y director general del TB respectivamente- y Mauricio hayan confiado en mí, en que esta obra se podía hacer; y en los bailarines... Más que como una despedida lo vivo como un paso adelante, como un logro. ¡Nunca imaginé que podía ser así, estoy agradecidísima, qué más puedo pedir! 


- En su momento, Bocca nos dijo que el día después del retiro iba a tomar unas cervezas, dormir un poco más... ¿vos?


- Creo que es lo que todo bailarín desea en ese momento, relajar toda la exigencia, el rigor y poder disfrutar un poco de otras cosas cotidianas, acostarte tarde, darte más permisos...


- ¿Sentís que la danza te quitó cosas?


- No, porque me dio otras. Y porque es lo que elegí. Por ahí no ha habido momentos para otros planes como la familia, pero nunca he sido muy "Susanita"... Me he dedicado enteramente a la danza y la he disfrutado. He tenido momentos de mucha felicidad, de mucha tristeza, de mucha alegría, de mucho dolor... todo mucho, intenso, pero no me arrepiento de nada.


- Cuando ves a esa nena que iba todos los días a clase, que concursaba, que estaba llena de sueños ¿qué sentís?


- Me siento orgullosa de esa niñita, por la carrera que hizo, por no bajar los brazos nunca... Me siento muy bien con esa niña.


- ¿Y qué le dice esa niña a esta Victoria a punto de bailar por última vez?


- Que dé todo, como siempre, que disfrute. Y que de la misma manera que empezó, transite esta nueva etapa; que la viva con la misma ilusión, con la misma felicidad.



"El Mesías", de Mauricio Wainrot. Hoy y mañana, 21.30 hs, Teatro del Bicentenario. Entradas $200, $500, $700 y $850 en boletería y en www.tuentrada.com.

 
Foto: Marcos Urisa