Dalia Gutmann vuelve a San Juan con su nuevo espectáculo "Tengo cosas para hacer". En este unipersonal que estrenó recientemente, la conocida comediante y locutora, habla de los ritmos acelerados de la vida actual, la autoestima, la culpa, el cuerpo y el estrecho vínculo con su madre e hija adolescente, fruto su relación con Sebastián Wainraich. Con gran expectativa por su show en la provincia -el primero pospandemia-, habló con DIARIO DE CUYO. Sincera, fresca, una laburante del humor. Así se muestra Gutmann en una charla que aborda los temas que la movilizan en esta etapa de su vida y cómo gestiona su trabajo, sus ganas y sus contradicciones, que deja fluir también en escena en esta propuesta -donde además canta-, que ya aplaudieron 50 mil espectadores y que esta noche tendrá dos funciones en el Auditorio del Museo Franklin Rawson. 

-¿Cómo encaraste el nuevo show después de tantos años de "Cosas de minas"?

– Fueron 9 años, lo hice durante todos mis 30 y llegó un momento en el que sentí que tenía ganas de hacer algo distinto, algo desde cero, ganas de hablar de otras cosas. En el humor busco reírme de eso que no puedo resolver en mi vida, eso que te hace sufrir. Hago bastante humor sobre mi lado B, eso que no soporto de mí misma y lo convierto en humor. Creo que este género hace que el público por un lado se ría y por otro se vaya como aliviado. El humor te alivia a través de la identificación con lo que se dice. 

-¿Cuánto hay de tu propia experiencia y cuánto te nutrís de otros? 

-Hay de todo, un poco autobiográfico porque hablo de mí, no es que hago un personaje, pero también soy de estar observando lo que pasa. Escucho mucho las conversaciones de la gente y las sensaciones que voy teniendo, cuando miro Instagram o cuando estoy con amigas. Soy la típica que graba todo, se me pasa una idea por la cabeza y después veo cómo lo vuelco al espectáculo

– ¿Cambió la situación de las mujeres desde que hacías el otro espectáculo a ahora, o no? 

-La verdad que cambió un montón, por suerte, cambió un montón la sociedad. Hace diez años había cosas que causaban risa y ahora la gente tiene la cabeza más abierta y ya no nos reímos de algunas cosas. Pero en el show yo me rio mucho de este lugar donde quedó mi generación, los cuarentones. Tengo a mi hija adolescente que me reta todo el tiempo porque hago todo mal y mi mamá con todos sus mandatos de su época. Y yo quedé en el medio entre el mandato de cómo debería ser una mujer y mi hija que me reclama si digo algo de otra época. Más allá del movimiento (feminista), que es verdad que el rol de la mujer cambió y espero que cada vez más las mujeres tengamos más protagonismo y nos animemos a ser quienes somos, yo trato de hacer humor con cosas genuinas que me pasan y de ser lo más sincera posible. Sin dudas es un lugar de mucho más protagonismo el que tenemos. 

-¿En qué notás que cambió, puntualmente?

-No lo veo tanto como del lado del feminismo o el machismo sino desde un lado más humano. Antes había gente que remataba un chiste diciendo "Eh… pu…" y la gente se reía. Hoy es raro que la gente se ría por eso. O si quizás pasa, es gente que quedó muy atrasada, hay cosas que antes eran parte del humor y eran recontra aceptadas y normales, ahora por suerte no es así.

-¿De qué manera te atraviesa el humor? ¿Fuera de escena también te reís?

– Yo no puedo estar de mal humor arriba del escenario porque no puedo hacer reír a nadie si estoy de mal humor. En mi trabajo, si sos humorista, uno de los ítems es que la gente vaya y se divierta, así que en el laburo no tengo la posibilidad de estar de mal humor. Después en la vida, es como todo el mundo, a veces re bien o de pésimo humor. Y sí me sirvió, hay una frase que dice: "El humor es aceptación". Estoy muy aliviada con esa idea, hay una tendencia de que todo el mundo quiere mostrar su lado copado, su lado bueno, políticamente correcto y creo que con el humor podemos ser más genuinos. El humor ayuda a que la cosa tenga menos tensión, ser más sincero. El humor ayuda a quitarle presión a la vida y poder reírnos de esos aspectos que todos tenemos, que no están buenísimos pero si nos reímos la pasamos mejor. 

-¿Y qué hacés cuando no estás del mejor animo y tenés función?

-Este género lo hago desde el 2005, me ha pasado de todo. De repente tuve función después de venir de un velorio, o que te pase algo terrible… El escenario tiene un gran poder transformador, y por otro lado, digo "Es mi laburo", por más que no esté de humor, cuando me subo al escenario tengo que remarla para estar bien. Es como manejar a un taxi y que no sepas las calles, es tu trabajo. Creo que el trabajo del comediante es poder transformarte arriba del escenario, a todos nos pasan mil cosas, pero ahí hay que pelar profesionalismo. 

 -¿En tu ámbito sufriste o sufrís el efecto del machismo? 

-Me pasó que fue algo positivo, sobre todo cuando empecé, que éramos poquitas (comediantes), entonces muchos querían que estuviéramos en sus grupos; en ese sentido me ayudó. Pero lo que me pasa todo el tiempo es que todo lo que dice una mujer laboralmente tiene por respuesta un "qué pesada, que hincha esta mina", y que quizás si lo dice un tipo es algo normal. Igual creo que las mujeres, más allá de que hay cada vez más igualdad, nos estamos respetando más nosotras mismas en nuestro laburo: quizás antes a mí como madre me daba mucha culpa viajar para hacer función; y ahora pienso que es mi laburo y que es igual de importante que el de mi marido. Son peleas internas que tengo, pero es algo que nos tenemos que ir metiendo en la cabeza. 

 El dato 

Tengo cosas para hacer. Unipersonal de Dalia Gutmann, hoy, 20 hs y 22.30 hs, en el Auditorio del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson. Entrada: $3.500.