El cumpleaños de Nico Occhiato no fue solo una celebración más: se convirtió en el escenario donde Flor Jazmín Peña eligió, una vez más, gritarle al mundo su amor. “Feliz cumpleaños, amor de mi vida. Qué ganas de ser equipo juntos lo que me reste de vida. Me hacés muy feliz, pero no un feliz de frase cliché: un feliz que no sabía que se podía ser tan feliz. Gracias por mostrarme el mundo a través de tus ojos, porque siempre enriquece mi mirada. ¡Te amo! Ah, y feliz Navidad para todos”, escribió la bailarina y conductora de Nadie dice nada (Luzu TV) en sus redes sociales, acompañando el mensaje con fotografías y videos cargadas de significado.
El posteo, que estalló de reacciones apenas fue publicado, fue mucho más que un saludo: fue la confirmación de un estado de plenitud compartido, de ese amor que, como repiten sus seguidores en los comentarios, “se nota” y “se contagia”. Las palabras de los fans brotaron espontáneas: “Ellos son felices, yo soy feliz. Les amo”, “Puedo ver a Flora emocionarse haciendo el posteo, los amo”, “Nunca dejen de ser equipo”. Una seguidora sintetizó el sentimiento que sobrevuela a la pareja: “Flor no solo ama al Nico de ahora, sino que le recuerda y le hace sacar a su niño que lleva por dentro también… los dos son muy afortunados en tenerse… se aportan y retroalimentan mutuamente. Son el uno para el otro”.
Las imágenes elegidas por la bailarina para acompañar la dedicatoria trazan una línea invisible entre el pasado, el presente y la promesa de futuro. En la primera fotografía, Nico sonríe amplio en una cena elegante, bajo la luz tenue y azulada de un restaurante sofisticado. Su rostro irradia felicidad, los brazos abiertos descansan sobre la mesa. Frente a él, una copa de vino blanco, una mini torta de presentación delicada y vela ya apagada junto con platos con bocados gourmet. El brillo de su reloj reluce, pero es la autenticidad de su alegría lo que protagoniza la escena.
La segunda imagen es un viaje a la infancia: una mano sostiene un portarretrato con la foto de un Nico niño, de mejillas redondas y risa franca, vestido con camisa blanca y moño azul. Al fondo, la madera cálida de una escalera, un ambiente hogareño que late en cada detalle. Ese niño, el que fue, el que sigue presente en sus gestos espontáneos, aparece como un guiño de amor al pasado y parte esencial del presente.

